Un 15 de agosto de 1892

14 de Agosto 2022 Columnas

Esta semana, el destacado historiador Rafael Sagredo publicó un libro titulado “8 de agosto de 1828”. La fecha no es casual, ese día se promulgó la constitución política que rigió en Chile hasta 1833. El ejercicio que propuso Sagredo fue el de recrear el contexto en que surgió la carta magna, conocer qué otras cosas ocurrían en el país durante esos días.

Me aproveché de su amistad para robarle sin pudor el ejemplo y hacer, aunque sin su gracia, el mismo ejercicio, el mismo mes, pero varias décadas más tarde. Más específicamente, un 15 de agosto de 1892, fecha en la que se fundó Santiago Wanderers de Valparaíso.

Si revisamos la prensa de ese día, podemos revivir esa ciudad boyante que tantas veces han descrito cronistas e historiadores y donde destaca, en primer lugar, la actividad portuaria. El 14 de agosto habían partido de Valparaíso los vapores Valdivia y Osorno para el sur y los vapores Carlos Roberto y Luisa hacia la isla de Juan Fernández. El 15 de agosto, en tanto, se registró la entrada del vapor Tarapacá de Pisagua; el vapor chileno Luis Cousiño llegaba de Coronel cargado de carbón; el francés Pacifique, después de un periplo de 40 días, arribaba proveniente de Liverpool y el Lautaro venía de Callao, luego de 11 días.

Las páginas de los diarios, además, dan cuenta de una variedad impresionante de tiendas, restaurantes, licorerías, boticas, etc. Abundaban las agencias aseguradoras de barcos e incendios: La Previsora, La Chilena, La Nacional y la Unión Chilena, La Pacífico, todas en calle Arturo Prat. Empresas que convivían con una gran cantidad de bancos: Banco de Tarapacá y Londres, también en calle Prat. Banco de Valparaíso con sucursales en Santiago, Pisagua, Iquique, Antofagasta, etc. y con contactos en Londres, París y Alemania; Banco Nacional de Chile y Banco de Santiago, entre otros.

Aunque la medicina había hechos avances notables durante el siglo XIX, muchos de los problemas de salud se solucionaban con fórmulas de dudosa efectividad. Algunos servían para temas cotidianos como los “Polvos de Hungría: único remedio para el aseo y conservación de los dientes”. Otros se hacían cargo de asuntos más desagradables y complejos: “Gran Salvador, consuelo para los que padecen de flato, indigestión y gases en el estómago”; “Pomada del Sudán: infalible para curar las hemorroides”. Todas pócimas que el hipocondriaco del puerto podía encontrar en la “Botica del Vino de la Vida” en calle Condell.

La crónica diaria anunciaba que el día 15 los cadetes de la Escuela Naval habían salido de su cuartel rumbo a Playa Ancha para un lucido ejercicio con armamento menor. No habría sido raro que, cerca de ahí, se toparan con los adolescentes que se emocionaban con la idea de fundar un club de fútbol. Además, los diarios informaban del espectáculo del circo Gardner con la colección de culebras de uno de sus artistas.

Destacaba en la crónica policial la siguiente noticia: “Flotaba ayer a pocos metros del malecón, más o menos frente al edificio Subercaseaux un cadáver que no sabemos cómo no fue visto por la Policía de seguridad ni por la urbana. Es casi seguro que la corriente se lo llevó hacia el Barón. Por si volviera, y como ya está en descomposición, á pesar de la cualidad conservativa del agua salobre, se lo recomendamos a la Policía urbana para que le dé la sepultura correspondiente. Olvidábamos el importante detalle de que ese cadáver, aclaraba el diario, es el de un caballo”.

Nada de gracia tenía en cambio el hallazgo, en las últimas 24 horas, de fetos y párvulos: “El sábado se encontró un feto y un párvulo muertos: el primero en Villaseca y el segundo en las Delicias esquina La Independencia. Ayer en la tarde, se halló otro recién nacido en la casa del doctor Carrasco”.

Los robos, en tanto, estaban (vaya novedad) a la orden del día: “casi no hay día en que no se verifique por lo menos uno”.

En el teatro, figuraban las representaciones de las óperas: Caballería Rusticana, Mefistófeles y Otelo. Estas obras competían con otros teatros donde destacaban los espectáculos de zarzuela que eran del gusto de los porteños.

En medio de ese ambiente, de una gran actividad comercial que convivía con caballos flotando en la bahía, niños abandonados, robos a la orden del día, espectáculos de teatro, ópera y zarzuelas, un grupo de jóvenes no imaginaba que la reunión en la que fundaron un club iba a dar vida a uno de los equipos más populares de Chile: Santiago Wanderers de Valparaíso.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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