Suecia versus Chile, un partido de vida o muerte

8 de Marzo 2020 Columnas

Si Chile tiene suerte, este domingo debería estar definiendo la serie de Copa Davis contra Suecia. Siendo realistas, lo más seguro es que el equipo chileno, con las bajas de Nicolás Jarry y Cristián Garín, ya haya perdido la disputa.

El partido contra los escandinavos nos permite recordar el polémico encuentro disputado entre ambas naciones en 1975. Luego de haberse cumplido dos años del Golpe Militar, Suecia se había transformado en uno de los países de Europa que había recibido una mayor cantidad de refugiados políticos. En tanto, la Junta Militar, encabezada por el general Augusto Pinochet, había iniciado una campaña política enfocada a permanecer en el poder por bastante más tiempo del que se había presupuestado y trataba, de forma infructuosa, de mejor su imagen a nivel internacional. En esta línea, un triunfo chileno frente a los suecos no solo los acercaba a la primera final de Copa Davis, sino que además permitía a la Junta hacer olvidar los problemas internos y concentrarse en el éxito deportivo.

En este contexto, Jaime Fillol, quien comenzaba a consolidarse como uno de los mejores tenistas del mundo, aparecía como una de las figuras que podían ser aprovechadas por el Régimen Militar como un símbolo del proceso de restauración nacional. A partir de estas consideraciones, Fillol fue invitado a participar en el día nacional de la juventud, celebrado en el cerro San Cristóbal, el 10 de julio de 1975, fecha que recordaba a los héroes de La Concepción. Fiel lector de Adiós al Séptimo de Línea y devoto de la Virgen, no vio mayor problema en aceptar la invitación que le había hecho el Gobierno de Pinochet.

De ahí que los exiliados, apoyados por una mayoría europea que rechazaba la dictadura, se haya organizado para boicotear la semifinal entre ambos países. Entre los múltiples planes que se elaboraron para conseguirlo, el más potente fueron las amenazas de muerte.

Casado con una estadounidense, el tenista pasaba gran parte del año recorriendo el mundo con su raqueta, lo que no impidió que fueran sus padres en Santiago quienes recibieran las amenazas, si es que se presentaba a jugar contra los suecos.

Frente a este dilema, Fillol comenzó a cavilar respecto a qué hacer. En una hoja de hotel que aún conserva, anotó las ventajas y desventajas de jugar por Chile ¿Valía la pena arriesgar la vida por un partido de tenis? ¿Podía cederse tan fácil a la presión de un par de llamadas? ¿Qué actitud tomaría el régimen contra él y su familia si es que no se presentaba?

La balanza se inclinó a favor de jugar cuando su suegro, nacido en Suecia, consideró inadmisible que la seguridad de una persona corriera riesgo en su propio país. Al tal punto llegó su convicción, que decidió acompañar a Jaime durante todo el viaje e incluso dormir en la misma pieza para asegurar que si alguien atentaba contra su yerno, también lo tendría que hacer contra un ciudadano sueco.

Gracias a las medidas extremas de seguridad, como estar recluidos en el complejo donde se jugaba, se pudo disputar la serie sin mayores inconvenientes. El único momento de tensión se vivió cuando, al iniciarse el partido de Fillol, se escuchó una especie de disparo, que terminó siendo en realidad un petardo.

Aunque el resultado terminó siendo desfavorable para Chile, más allá de las protestas, no se registraron mayores inconvenientes y los jugadores pudieron regresar sanos y salvos a casa. un año después, tuvieron la posibilidad de acceder a la final de la Copa Davis que se disputó en Santiago contra Italia.

Tiempo después, el Gobierno de Pinochet volvió a invitar a Fillol a la ceremonia de la juventud en 1977, en un acto mucho más masivo que el de un par de años antes: la famosa ceremonia en Chacarillas. Sin embargo, el tenista desistió, asumiendo el manejo político que había detrás.

Después de más de cuarenta años y a propósito de la serie que están disputando este fin de semana, el recuerdo de este encuentro vuelve a aparecer en el escenario en un contexto completamente diferente. Lo que antes se transformó en una cuestión de vida o muerte, hoy es lo que siempre debió ser, simplemente, un encuentro de tenis.

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