Siameses

27 de Febrero 2022 Columnas

Están condenados el uno al otro, hasta el punto que la suerte de ambos es inseparable. El gobierno de Gabriel Boric y el proceso constituyente tienen el mismo origen y comparten un mismo destino. Hijos pródigos de los cambios políticos y culturales que la sociedad chilena vive desde hace más de una década, cuando el fin del ciclo de la Concertación en el poder llevó a la centroizquierda a subsumirse en los anhelos refundacionales del PC, del movimiento estudiantil y, poco más tarde, del Frente Amplio.

El estallido social terminó siendo, a la larga, el hito histórico que abrió las compuertas a ambos procesos. La izquierda tuvo la destreza para convencer a una mayoría de que las dos criaturas eran en el fondo una sola; que no sería posible terminar con los abusos e inequidades de la sociedad chilena, sin dar a luz a este engendro de dos cuerpos y dos almas sin separación. Para matar a otros siameses -la herencia del régimen militar encarnada en “la Constitución de Pinochet” y “el modelo neoliberal”-, se requería entonces una criatura similar: un proceso constituyente indistinguiblemente adosado a una fuerza y a un programa de gobierno.

La Convención no ha dejado de confirmar en estos días su vocación demoledora: reemplazó al Poder Judicial por once sistemas de justicia independientes entre sí, diez de los cuales representan a los pueblos originarios; aprobó un Estado regional y plurinacional, conformado por múltiples autonomías territoriales, que pone término al Chile unitario existente hasta hoy; eliminó el Senado y lo reemplazó por un consejo territorial; y ahora va por la madre de todas las batallas: la nacionalización de los recursos naturales, incluidos el cobre y los derechos de agua. Así, las normas que empiezan a plasmarse en el nuevo texto constitucional, exhiben la profundidad de los cambios propuestos, transformaciones que son plenamente consistentes con lo que la izquierda viene planteando hace años.

En resumen, la Convención está siendo fiel a quienes la controlan, entre ellos, los partidos que desde el 12 de marzo serán gobierno. Difícil entonces que La Moneda pueda tomar distancia o cortar el cordón umbilical consigo misma, con un cuerpo con el que comparte el mismo ADN, la misma sangre y los mismos órganos vitales. Es la razón por la cual ninguno de los dos podrá “moderarse” en sus objetivos, es decir, renunciar a lo que verdaderamente es. Las fuerzas que controlan la Convención no van a transar en nada que consideren esencial y el gobierno estará obligado a seguirles el paso, con los costos que sea.

Por tanto, el proceso constituyente seguirá su curso, alimentado por ese país imaginario que se quiere construir, sin importar los riesgos que esto implique para la nueva administración. Porque son inseparables y dependen el uno del otro, no tienen más alternativa que seguir transitando por el camino que cada día se hace más evidente en las normas ya aprobadas; cosechando lo que se ha sembrado a lo largo de tanto tiempo.

Publicada en La Tercera.

Contenido relacionado

Redes Sociales

Instagram