Ser madre en Chile

12 de Mayo 2019 Columnas

Hace unos meses recibimos en la casa a un cachorro que es hijo de mi perro. Una de las preguntas recurrentes que me hacen cuando los ven juntos, es si se reconocen como padre e hijo. Yo me limito a decir que parece que sí, para no quebrar el momento de ternura con una larga y racionalista explicación de que, en realidad, no hay forma de que ellos lo sepan. La capacidad intelectual de mis mascotas, aunque, a mi juicio, bastante desarrollada, les impide establecer relaciones de causalidad y comprender que uno ha sido el fruto de una relación entre su padre y la madre.

Lo que se esconde detrás de esta tierna e ingenua pregunta es lo arraigado que está el concepto de la paternidad en nuestra sociedad, aunque en realidad y, hasta el descubrimiento del ADN, eran pocos los medios para confirmar la relación de paternidad entre dos personas.

Algo distinto sucede con la madre. Independiente de que un animal o una persona pueda comprender que el embarazo surge luego de una relación sexual, el nacimiento de uno o varios hijos es un hecho biológico concreto. Ninguna madre podría dudar de esa conexión desde que siente al hijo en su vientre hasta que lo pare, y su instinto, como ocurre también con los animales, la llevará a alimentarlo y protegerlo. Sin esos cuidados, el niño muere y, por eso, los lazos biológicos entre la madre y el hijo, más allá de las construcciones sociales, son tan fuertes.

La necesidad de la madre de dedicar su tiempo al cuidado del hijo hizo que el padre asumiera un rol de protección y la obligación de procurar el alimento para su familia. Posterior a este estado primitivo, las sociedades se fueron sofisticando y redefiniendo progresivamente los roles. En algunos casos, la crianza de los hijos estaba a cargo de padre y madre, en otros, de un grupo de madres. En la mayoría de las sociedades, el rol masculino terminó siendo protagónico en los espacios públicos, al aprovechar esa libertad para hacerse cargo de las tareas políticas, económicas y militares, circunscribiendo a la mujer a las tareas domésticas de la crianza y el hogar, rol que, con el surgimiento del cristianismo, fue reforzado con la figura maternal de la virgen María.

No obstante aquello, hacia fines del siglo XVIII, la revolución industrial comenzó a sacar a la mujer de la casa, llevándola a la industria. Esto se aceleró durante el siglo XX, cuando la mujeres asumieron nuevos roles que estaban reservados para los raíz de la necesidad de trasladarlos al frente de batalla durante las guerras mundiales.

 Posteriormente, esto fue complementado con el desarrollo de métodos anticonceptivos y mayor acceso a la educación. La posibilidad de la mujer de profesionalizarse la insertó de manera definitiva en el mundo laboral, pero sin desligarla del rol de madre.

Más allá de las apariencias y el discurso que se hacen sentir cada vez más fuertes, la realidad que nos muestra la última Encuesta Casen Mujer es que, pese a incorporarse a niveles laborales que hasta algún tiempo eran insospechados, en la práctica, más que cambiar de roles, las mujeres han sumado otras nuevas tareas a las que ya tenían.

La evidencia demuestra que, pese a su incorporación al mundo laboral, jamás se desliga del rol maternal y doméstico, muchas veces porque no quiere y otras porque simplemente no puede. Más preocupante aún, una de cada cinco mujeres se encuentra fuera del mercado laboral porque debe dedicarse al cuidado de la familia y el hogar, siendo un porcentaje más alto en los sectores vulnerables de la población.

A raíz de estos antecedentes, vale la pena aprovechar este día de la madre para felicitar y agradecer el enorme sacrificio que hacen miles de mujeres duplicando sus roles y otras, sacrificando su desarrollo profesional en favor de la familia. Pero, junto con esto, debemos trabajar para buscar fórmulas que permitan romper estigmas y revertir procederes que no se condicen con el nivel de desarrollo de nuestra sociedad. Ya sea entregando los medios, como propone el proyecto de sala cuna, y rompiendo paradigmas, entendiendo la labor de crianza como una tarea donde el padre debe tener los mismas funciones y deberes que la madre.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

Redes Sociales

Instagram