Septiembre, ¿patria y primavera?

14 de Septiembre 2017

Cada vez que llega septiembre, y por ende, se acercan las Fiestas Patrias, es inevitable preguntarse sobre qué es lo que verdaderamente celebramos como fiesta nacional, tomando en consideración además, que la historia nos dice como dato concreto, que nuestra independencia definitiva se firmó y juró el 12 de febrero de 1818, es decir, siete años y medio después de aquel 18 de septiembre de 1810. De hecho, este año conmemoramos una de los episodios más importantes de nuestra gesta patriótica como fue el cruce de la Cordillera de Los Andes del ejército libertador, coronado con la victoria en Chacabuco, el 12 de febrero de 1817.

Ahora bien, si todo parece tan claro con las fechas ¿por qué no se celebra como fiesta patria la primera declaración en Concepción de enero de 1818, ni la juramentación pública que hizo O`Higgins en Talca aquel 12 de febrero del mismo año?

No hay claridad absoluta. En un comienzo, el 12 de febrero sí se recordó y celebró, pero como dicho día solía coincidir, o con tiempos de carnaval pre cuaresmal, o con el penitente tiempo litúrgico, en donde no cabían las expresiones lúdicas previas a la Pascua de Resurrección, la viabilidad de la efeméride se diluyó en el tiempo. Además, hay otro dato importante, y es que la ciudad de Santiago también centra su efeméride un 12 de febrero, puesto que había sido fundada ese día, en el 1541. Entonces, aquella fecha, en realidad recuerda tres episodios históricos importantes para la historia nacional, es decir, la fundación de la primera ciudad española, la batalla de Chacabuco y la firma del acta de independencia, pero curiosamente ninguna de las tres tiene una celebración a la altura de su importancia.

¿Hay otra variable que explicaría esa ausencia de festejos? Puede ser el verano, en especial en la capital, que veía emigrar a la élite política y económica rumbo al mundo rural en tiempo estival. Entonces, parece ser que las celebraciones oficiales no fueron muy promovidas desde la mirada de las autoridades políticas, y podría explicar el por qué no tuvieron cabida a largo plazo, esbozando algo de centralismo incipiente, de ese que conocemos muy bien en la actualidad.

¿Y por qué el 18 de septiembre se transformó en la gran fiesta patria pese a no ser nuestro día de independencia? Porque ya desde 1811 comenzó a recordarse y celebrarse, y además, en 1837, el gobierno de turno lo oficializó en forma definitiva, aunque con algo de intencionalidad en hacer olvidar el protagonismo de O´Higgins, héroe de la verdadera independencia y por entonces exiliado en Perú.

Además, hay otro factor que ayudó a convertir el “18” en una fiesta de la identidad: su coincidencia con la llegada de la primavera, en donde las conmemoraciones nacionales se fusionaron con la antigua tradición de celebrar la llegada de la florida estación, y por ende, las manifestaciones de tradición popular, se hicieron visibles y coherentes con la celebración de un día “nacional”, al menos en la zona central del país.

Lo anterior no pretende cambiar la historia y tradiciones, pero sí es importante conocer sus particularidades. Solo así le damos sentido a una bella celebración más allá de los discursos sin reflexión. Chile no se independizó el 18 de septiembre de 1810 ni el país está de “cumpleaños” ese día, pero sí es cierto que desde 1811 se consagró como una fiesta casi espontánea, que además coincidió con la sana celebración de la llegada primaveral.

Publicado en Revista Tell. 

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