Este jueves la representante de la comisión de reglamento de la Convención Constituyente, Rosa Catrileo, anunció una indicación que elimina el concepto de “República de Chile” del artículo dos del reglamento de esta Convención. El argumento de Catrileo, apoyado por Janis Meneses y Luis Jiménez, es que la Convención Constitucional es de “los pueblos de Chile”.

Se trata, según Catrileo de un tema simbólico: “La República de Chile para los mapuches ha sido bien invasora, no nos ha reconocido, así que le puedo dar esa connotación. Este es un cambio de paradigma, que queremos quede de manifiesto en la nueva Constitución y en la Convención, que es que aquí habemos diversos pueblos, naciones preexistentes al Estado, y nosotros somos los soberanos, los que vamos a refundar o dar esta nueva institucionalidad al Estado”.

La ofensiva de los opositores a esta medida, como Marcela Cubillos y Constanza Hube, tampoco estuvo a la altura de las circunstancias. Cubillos se refirió al fanatismo y maximalismo de sus ánimos refundacionales, mientras que Hube advirtió que eliminar este concepto era “una señal que pone en duda la unidad del país. ¿Dónde quedó la casa de todos y todas?”.

Un poco menos perdido estuvo Felipe Harboe, quien lamentó el cambio y expresó: “una cosa es la prulinacionalidad y la otra es eliminar nuestra calidad de República. ¿Sabrán que ese concepto se opone a la monarquía?”.

Harboe, en cierta forma, tiene razón. El concepto de República se comenzó a utilizar en Chile durante la época de la independencia en oposición al rey. No obstante, sus orígenes son mucho más antiguos y aludía a algo muy distinto a lo que Catrileo y Cía. suponen.

El origen etimológico del término es romano y alude a la cosa (res) pública o, dicho de otro modo, a los asuntos del pueblo.

Uno de los autores clásicos sobre este tema fue el filósofo Cicerón autor, justamente, del tratado Sobre la República. Explicaba este romano: “La cosa pública es lo que pertenece al pueblo, pero pueblo no es todo conjunto de hombres reunido de cualquier manera, sino el conjunto de una multitud asociada por un mismo derecho, que sirve a todos por igual”.

Para Cicerón, no podría existir República, sin el pueblo. En tanto, el gobierno es el encargado de dirigir los designios de la República o, si prefiere, del pueblo. Según esta lógica, la República solo puede existir con los gobiernos rectos donde se cumpla el derecho y la justicia en la medida que sus instituciones políticas sean representativas de la voluntad del pueblo. Puede existir República en una Monarquía, Aristocracia y Democracia, pero jamás en una Tiranía, Oligarquía o Anarquía.

Contrario a lo que pareciera ocurrir con la mayoría constituyentes, el conocimiento sobre los fundamentos filosóficos y políticos de la antigüedad clásica estaba presente en la elite que decidió cortar el vínculo con España y dar vida a una nueva nación.

Así lo podemos comprobar durante el proceso de independencia del país. Uno de los textos más famosos fue el Catecismo Político firmado bajo el seudónimo de José Amor de la Patria. ¿Cuáles son las ventajas del Gobierno Republicano? se preguntaba este autor desconocido: “El Pueblo es el soberano, el pueblo es el Rey, y todo lo que hace, lo hace en su beneficio, utilidad y conveniencia: sus delegados, sus diputados o representantes mandan a su nombre, le responden de su conducta, y tienen por la autoridad por cierto tiempo. Si no cumplen bien sus deberes, el pueblo los depone y nombra otros que correspondan mejor a su confianza”.

En consecuencia, los constituyentes pueden estar contra un determinado tipo de gobierno, una política de Estado, pero jamás contra la República, porque eso sería estar en contra del pueblo.

Finalmente, y aprovechando que también durante esta semana la Convención hizo noticia porque se auto aprobó un alza en el presupuesto para las asignaciones, no estaría mal hagan que buen uso de los fondos buscando apoyo en filósofos e historiadores.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.