Ruta 68: Camino a la perdición

14 de Abril 2019 Columnas

Hace aproximadamente un año, un consorcio internacional asiático daba a conocer el interesante proyecto de un tren que volvería unir a Valparaíso con Santiago (TVS), una inversión de 1.600 millones de dólares financiada de forma exclusiva con aportes privados, y que restauraba la conexión ferroviaria entre ambas ciudades, desaparecida hace más de treinta años.

Pasaron unos meses y la emoción inicial se fue diluyendo hasta que el Gobierno desechó aprobar el proyecto de TVS vía la Ley General de Ferrocarriles de 1931, anunciando que cualquier plan de este tipo debía pasar obligatoriamente por un proceso de licitación. El sueño de un tren entre Valparaíso y Santiago, que debía estar listo en un plazo de cuatro años, era depositado en el congelador junto con otros procesos de licitación, como el de la extensión del metro tren hacia Quillota y a La Calera.

Siendo realistas, quienes nos emocionamos con este proyecto pecamos de ingenuos. Más de alguno se ilusionó con ir leyendo cómodamente El Mercurio de Valparaíso, sin tener que soportar ser aplastado por un respaldo o sofocado por la falta de aire, como ocurre en los buses tanto en invierno o verano.

No obstante, el último anuncio del ministro Juan Andrés Fontaine de que no van a realizarse una serie de mejoras que estaban comprometidas para la ruta 68, por lo menos hasta junio del año 2021, cuando se haga un nuevo proceso de licitación, suena ya a ensañamiento con nuestra región.

Vale la pena mencionar -o quizás, más bien, denunciar- que no estamos hablando de un camino que permite a los capitalinos disfrutar de la costa. Estamos haciendo alusión a una ruta que es ocupada diariamente por miles de habitantes de la V Región que viven en la zona y trabajan en Santiago. Ellos, estoicamente, se niegan a abandonar sus hogares y prefieren viajar todos los días antes que rendirse al centralismo. ¿De verdad el ministro cree que estas personas pueden seguir esperando hasta el 2021 mientras se deteriora su calidad de vida?

No se trata de un tema de comodidad, sino también de seguridad. La ruta 68 desde Santiago a Viña del Mar ha encontrado un cuello de botella en la conexión a la ruta Las Palmas que se está volviendo cada vez más peligroso. Algunos kilómetros antes de esta entrada y viajando a la velocidad permitida, 120 kilómetros por hora, cada vez es más común encontrarse de frente con los vehículos detenidos intentando acceder a esta entrada. ¿Qué están esperando las autoridades para solucionar este problema? ¿Un choque múltiple con conductores fallecidos, como ya ocurrió en mayo del 2016 en la entrada del túnel del camino Las Palmas?

Da lástima ver cómo se distribuyen los recursos de forma tan poco equitativa en el país y la falta de políticas públicas que estén abocadas a su descentralización. Es cierto que la rentabilidad de un tren puede ser negativa, aun cuando creemos que hay una serie de externalidades positivas que es muy difícil incluir dentro del análisis.

No obstante, la historia es generosa con ejemplos en los que, con mucho menos de lo que se cuenta hoy día, el Estado era capaz de hacer bastante más de lo que se hace ahora. Basta con recordar, a mediados del siglo XIX, el ferrocarril trasandino que conectaba Los Andes con Mendoza.

En el caso específico del camino que une a Valparaíso con Santiago, fue Ambrosio O´Higgins quien estaba convencido de que su construcción entregaría un beneficio mutuo a ambas ciudades y, pese a la resistencia, comenzó su edificación en 1792.

El viajero inglés Jorge Vancouver, destaca Barros Arana, señalaba que, para esa época, era el pueblo quien, “falto de industria y supersticiosamente adherido a sus antiguos hábitos”, no era capaz de observar las ventajas de este camino, haciendo perder al Gobernador popularidad entre clases ignorantes. Luego de dos siglos, pareciera ocurrir exactamente lo contrario, las autoridades se oponen a lo que el “pueblo” necesita.

Finalmente, el presidente Sebastián Piñera debe darse cuenta de que a estas alturas está gobernando contra el reloj y que hasta el momento su aporte a la zona, la misma a la que alguna vez quiso representar como senador, en ambos Gobiernos, ha sido verdaderamente paupérrimo. Todavía puede revertir esa historia.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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