Pruebas online y Platón

17 de Mayo 2020 Columnas

Señor Director:

En el libro II de “La república”, Platón introduce la historia de Giges, un pastor que tras una tormenta encuentra un anillo que tiene la capacidad de hacer invisible a quien lo usa. Giges recibe con asombro este hallazgo y, a poco andar, entiende que el anillo le confiere el poder de hacerlo todo: nadie puede verlo, nadie puede saber qué hace, nadie puede juzgarlo ni castigarlo. Decide entonces ir al palacio real. Allí, corrompe a la reina y con su auxilio se deshace del rey y se apodera del trono.

Esta breve historia le sirve a Platón para profundizar en las preguntas centrales de su obra: ¿Cuál es el fundamento de un comportamiento justo?, ¿actuamos de forma justa porque consideramos que la justicia es un bien en sí mismo?, ¿o, por el contrario, somos justos porque es necesario serlo, para no ser castigados ni censurados?

Curiosamente, la crisis provocada por la pandemia ha puesto a los estudiantes universitarios en la situación de Giges. Al momento de dar una prueba online cada estudiante puede ser invisible: si quiere, puede enviarle un wasap a un compañero para conseguir las respuestas de la prueba o puede buscar en Google la solución a un problema que debería resolver por sí mismo, todo esto sin que el profesor tenga noticia de lo que ocurre fuera del recuadro de la pantalla. Sobra decir que exacerbar los métodos de vigilancia para tratar de “ver” todo lo que hacen los estudiantes es una mala estrategia, primero, porque es ineficaz, y segundo, porque al estar basada en la desconfianza no permite aprovechar los valiosos alcances formativos que hay en todo esto.

Hoy, los estudiantes enfrentan una situación en la que se materializan con extraordinaria nitidez las preguntas de Platón. Discutirlas con ellos y llevar la reflexión moral que propone Platón al ámbito de sus propias acciones y decisiones es una oportunidad que los profesores no deberían pasar por alto. A fin de cuentas, se trata de una reflexión sobre la forma en que las personas manejan su libertad y sobre las implicancias éticas de las decisiones que toman, algo que ciertamente no debería estar en la periferia, sino en el centro de la formación universitaria.

Publicada en El Mercurio.

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