“Porque no tenemos nada…”, nos quedamos sin nada

8 de Octubre 2023 Columnas

El público futbolero está indignado con el presidente de la Asociación Nacional de Fútbol (ANFP), Pablo Milad. Después de haber comprometido recursos y haberse aliado con Argentina y Uruguay para la organización del mundial de fútbol el 2030, se enteró por la prensa de que había sido reemplazado por Paraguay.

Atrás quedaron los años en que el dirigente Pablo Dittborn habría pronunciado esa frase que nos permitió adjudicarnos el mundial de 1962: “Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”. Eran otros tiempos, Europa y Sudamérica se turnaban la organización, descartando un torneo que no fuera en uno de los dos continentes.

Era la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) anterior a Joao Havelange. Desde su llegada a la presidencia de ese organismo, el fútbol se transformó con el brasileño en un negocio que hoy mueve millones y millones de dólares. Con Havelange, ser sede de este evento se transformó en una cuestión de estado y por eso, los países usan todos los medios -lícitos y no lícitos- para ganar la pulseada de ser sede de esta fiesta cada cuatro años.

Quizás el mejor ejemplo sea el último mundial. No hay que esforzarse mucho para descubrir que la asignación de Catar como sede, en detrimento de Estados Unidos, fue el resultado de una elaborada planificación que habría implicado millonarios sobornos y presiones.

El caso más emblemático, la presión que se ejerció sobre Francia para cambiar su voto. El apoyo de la otrora estrella del fútbol galo, Michel Platini, a la candidatura de Catar habría sido el resultado de la presión del presidente Nicolas Sarkozy, que días antes se había reunido con las autoridades de este país. Votar a su favor significaba jugosos beneficios. Desde la compra de aviones franceses, del equipo Paris Saint Germain, hasta la entrada de fondos de inversión qataríes en el accionariado de grandes empresas galas.

Dicen que la venganza se sirve en plato frío y los estadounidenses pueden dar una clase. Antes de que se iniciara el mundial de 2022, la justicia de este país comenzó a investigar esta historia que los privó de ser sede y no tardó mucho tiempo para que varios implicados, antes de secarse en una cárcel de alta seguridad, comenzaran a “cantar”, Sergio Jadue, por aquel entonces presidente de la ANFP, incluido. La situación fue escalando hasta la caída del presidente de la FIFA, Joseph Blatter.

A esta debacle institucional, se agregaban los supuestos boicots de los jugadores y la comunidad internacional contra Catar. No solo por las acusaciones de corrupción, sino porque obligaba a cambiar de fecha debido a las altas temperaturas de junio a diciembre y por las denuncias de violaciones a los derechos humanos contra los trabajadores a cargo de la construcción de los estadios.

Sin embargo, bastó que comenzara a rodar la pelotita para que el mundo se olvidara de todo esto. Una vez que Messi terminó levantando la copa que consagraba a los argentinos como los campeones del mundo, los antecedentes quedaron archivados.

Como la memoria es frágil y la ambición infinita, los presidentes de las federaciones de Argentina, Uruguay y Paraguay olvidaron toda esta trama y repiten la historia anunciando que serán los encargados de ser sedes de los partidos inaugurales, aunque el torneo, en realidad, se realizará en España, Portugal y Marruecos. Un “Frankestein” que se aleja mucho a lo que era un mundial.

El gobierno de Chile había aportado dinero, aunque al parecer, no lo suficiente como para ser parte de este club. En vez de llorar sobre la leche derramada, sería bueno tomar acciones legales y averiguar qué pasó. La justicia tarda, pero llega. Bien lo saben en Estados Unidos los 41 acusados que hoy esperan sentencia después del juicio que destapó este escándalo. Parafraseando a Dittborn, como no tenemos nada, ahora lo queremos todo.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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