Otra peligrosa pandemia

29 de Noviembre 2020 Columnas

Katherine Ayala Ayala tenía 38 años. Tenía, porque durante esta semana se convirtió en la sexta mujer en la Región de Valparaíso y la número 36 a nivel nacional, en ser asesinada, presuntamente por su pareja, durante este año.

Diego Armando Maradona tenía 60 años. Tenía, porque durante esta semana el astro del fútbol argentino falleció producto de un paro cardiorrespiratorio, luego de una vida de triunfos, pero también de excesos.

Lo más probable es que Ud. se haya enterado de la segunda noticia y no de la primera. De hecho, una rápida búsqueda por los principales medios arroja innumerables notas respecto de cómo el deportista trasandino murió, dónde, a qué hora y cómo se desarrollaron sus funerales, minuto a minuto. Sin embargo, de Katherine Ayala, solo una mención breve.

Paradójicamente, el deceso de Katherine se produjo precisamente cuando este jueves se conmemoraba el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que se rememora cada 25 de noviembre en recuerdo de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, activistas asesinadas en República Dominicana en 1960. Una jornada que debiera ser de reflexión y de rechazo de este tipo de crímenes, que son un atentado contra los derechos humanos de más del 50% de la población mundial.

Pero lamentablemente las señales políticas no siempre dan en el clavo y muchas veces se reducen a frases para el bronce y medidas estériles. Y los números siguen creciendo. En la IV Encuesta de Violencia contra la Mujer en el Ámbito de Violencia Intrafamiliar y en Otros Espacios, realizada por la Subsecretaría de Prevención del Delito, más de un 40% de las encuestadas, entre 15 y 65 años, admitieron haber sufrido algún episodio de este tipo durante su vida.

En nuestra región, un estudio de la consejera regional Nataly Campusano, junto a la diputada Camila Rojas y la trabajadora social Camila Lazo, mostró que durante este año las llamadas al Fono Violencia se incrementaron en un 72%, lo que no se condice, en todo caso, con el actuar de las autoridades. Así, otro sondeo publicado por El Mostrador y realizado por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, visibilizó que un 81% de quienes habían denunciado situaciones de este tipo, no tuvieron una buena recepción por parte de Carabineros, sino –por el contrario- fueron revictimizadas a través de cuestionamientos, burlas e incluso indolencia.

A nivel mundial, pareciera que la Covid19 no es la única pandemia que nos azota. Algunos datos publicados por ONU Mujeres parecen sacados de una película de terror: en el mundo, un 35% de las mujeres ha experimentado violencia física o sexual; el número de llamadas a las líneas telefónicas de ayuda se ha quintuplicado en algunos países producto del coronavirus y el encierro obligatorio; cada día, 137 mujeres son asesinadas por miembros de su propia familia; las mujeres adultas representan cerca de la mitad (el 49%) de las víctimas de la trata de seres humanos; al menos 200 millones de mujeres y niñas de 15 a 49 años han sido sometidas a mutilación genital femenina, y quince millones de adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo. Los datos suman y siguen.

Históricamente, a nivel mundial pero también en Chile, la violencia contra el sexo femenino ha sido considerada como el resultado de las acciones de las propias mujeres o como efectos de los celos, el amor o las circunstancias. Pocos ponen el acento donde debe estar, tal como lo hace la ONU cuando define estos atentados como “todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”.

En esa línea, es hora de que los distintos actores sociales se den cuenta de que precisamente la violencia contra la mujer es una plaga, que afecta no solo a quienes la sufren, sino también a sus familias y a la sociedad entera. Invisibilizar los hechos solo ayuda a que los victimarios cada vez sean más, pero también, colabora a perpetuar estos comportamientos y a pasarlos de generación en generación.

Katherine Ayala y Diego Armando Maradona murieron esta semana. Solo uno de ellos fue reconocido públicamente. Como sociedad debemos dejar la indolencia, apostar a la educación de nuestros hijos e hijas, conversar de esta situación y no permitir que la violencia contra las mujeres nos siga resbalando.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

Contenido relacionado

Redes Sociales

Instagram