Museo de Bellas Artes Palacio Vergara: una mediación por trabajar

15 de Mayo 2022 Columnas

Los museos, tal como se conciben en la actualidad, son instancias de mediación entre el público y la obra de arte.  Una visita al remozado Museo del Palacio Vergara nos suscita varios cuestionamientos. El recorrido se realiza bajo un circuito guiado que dura alrededor de una hora y cuarto. Los visitantes son llevados de salón en salón y jóvenes guías, que se van turnando, dan información e intentan una interacción. Varios procedimientos me parecen necesarios de ser repensados.

El primero de ellos es el “objeto” mismo de la exposición. Se cruzan de modo no armoniosa dos “exposiciones”: la muestra de cuadros y esculturas que conforman la colección y el mismo Palacio Vergara. Es evidente que el palacio constituye en sí un valor patrimonial. Tanto por ser la residencia de los fundadores de nuestra ciudad como por su riqueza arquitectónica.  ¿Pero qué desea comunicar la experiencia guiada? El inicio centrado en retratos de los Vergara marca una clara pauta en el relato. Sin embargo, de aquí en adelante se producirán interferencias en el recorrido, ya que se darán continuos datos sobre los salones y sus actividades originales combinados con brevísimas entradas a la colección pictórica.

En un salón se nos muestra una especie de trampilla en el suelo. Uno de los guías la abre y vemos una escalinata que lleva a una bodega. En la misma sala, sin embargo, permanece mudo un retrato nada más y nada menos que de la autoría de Raymond Monvoisin. Monvoisin fue un artista francés invitado por el gobierno de Bulnes que influyó en la obra de varios pintores nacionales. En el salón de paisajes pasa desapercibido un enorme cuadro de Pedro Lira. En la Sala de los Gobelinos parece más importante señalar el lugar donde estuvo originalmente la chimenea que destacar la presencia en la colección de dos enormes cuadros del pintor español impresionista Joaquín Sorolla. Hay entonces, un conflicto entre la exposición como contenido y el espacio que la contiene. El resultado es que ninguno de los dos “objetos” de exposición se muestran en su real valía. El visitante recibe datos anecdóticos acerca del palacio y sobre la obra confusos intentos de acercamientos interpretativos.

Todo el inmenso trabajo tanto de refracción del palacio como de restauración de algunas obras merecen una mediación más cuidada y pensada. Por ejemplo: separar de lleno los dos “objetos” y ofrecer una visita guiada centrada exclusivamente en el Palacio Vergara y otra en una selección de la pinacoteca. De hecho, la misma visita guiada debería ser planteada desde una solicitud voluntaria y no como una obligatoriedad que se le impone al visitante. La mediación con la pinacoteca se puede dar mediante audio guías o dípticos informativos especialmente elaborados. Así se mantendría el espacio de libertad tan necesario en la experiencia de visita a un museo.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

Redes Sociales

Instagram