Mejor la paz que la razón

11 de Junio 2023 Columnas

A mediados del siglo XVII, se desató una sangrienta guerra civil en Inglaterra que acabó con el rey Carlos I decapitado. En un gesto inusual para la época, Oliver Cromwell permitió que la cabeza del rey fuera cocida al cuerpo para que los familiares pudieran honrarlo. La “generosidad” no fue valorada por los monarquistas y en una venganza póstuma, exhumaron el cuerpo de Cromwell y su cabeza fue exhibida en la entrada de la abadía de Westminster.

Fue en este escenario que Thomas Hobbes escribió su famoso libro “El Leviatán”, en el que trataba de explicar las causas de la crisis, intentando descifrar la naturaleza humana, las causas por las que el hombre se reúne en sociedad a partir de estas respuestas, reflexionar sobre el mejor sistema de gobierno.

El Leviatán, señala Hobbes en su introducción, es el Estado o república que fue creado para la protección y defensa de los individuos; su alma artificial es la soberanía; su motivación es la seguridad del pueblo; su enfermedad es la sedición y su muerte, la guerra civil.

Ya me he referido a esta obra en otras oportunidades. La crisis del 18 de octubre de 2019, aunque no alcanzó para una guerra civil, sí puso a prueba al Estado y la viabilidad del gobierno de Sebastián Piñera. Pues, según Hobbes, la obligación de los súbditos hacia el soberano dura lo que dure el poder de este para preservarlos de la guerra y la destrucción.

He vuelto a pensar en Hobbes a propósito de las declaraciones del ex rector de la Universidad de Valparaíso, Aldo Valle, en su rol de vicepresidente del Consejo Constitucional. Antes de referirme a ellas, que un docente de una universidad de Valparaíso se haga cargo de la vicepresidencia del Consejo es una excelente noticia. Las instituciones de educación superior han estado al debe en esta crisis y los profesores no hemos estado a la altura de las circunstancias en este debate. En gran medida, el rol de Valle en este Consejo puede remediar esta falta.

Los inicios de este Consejo son auspiciosos. En su discurso inaugural, el académico hizo un llamado a la pluralidad, al respeto, al altruismo cívico, a no asustarse por las diferencias. En esta línea, dijo una frase que me recordó al autor de El Leviatán: “Es preferible optar a tener la paz, a tener la razón”.

Suena bien, pero la tarea no es fácil. Si uno quisiera caracterizar a los grupos, tendría que identificar a aquellos que no quieren cambiar la constitución, a los que consideran que hay que aceptar sin mayores cambios lo que propuso la comisión de expertos, a los que quieren aceptarla, pero con cambios mayores, y a los que aún no se han repuesto del fracaso de la nueva constitución.

Las posiciones que hemos visto en torno a este tema coinciden con esa definición que tiene Hobbes sobre los seres humanos: “aman la libertad y el dominio sobre los demás”. No obstante, agrega, si quieren que su vida sea más agradable y no miserable, es necesario incorporar a la vida de cada uno las restricciones que implica un Estado.

Siguiendo esta línea, tengo el convencimiento de que una nueva constitución que mantenga gran parte de la propuesta de los expertos será el texto que, después de casi cinco años, traerá la paz a Chile y, por consecuencia, prosperidad.

De lo contrario, dice Hobbes sobre los tiempos de conflicto, no hay laboriosidad, no hay cultivo de la tierra ni navegación, no hay artes, ni letras, ni sociedad, etc. La vida humana es solitaria, pobre, cruel, embrutecida y breve.

Solo desde un espacio de concordia, se podrán ir haciendo las modificaciones necesarias para conseguir el mejor texto posible. Y, más importante todavía, volver a concentrarnos en los temas urgentes que hoy aquejan al país.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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