Los por qué del fracaso del oficialismo, Chile Vamos y la democracia chilena

20 de Junio 2016 Noticias

La reciente primaria municipal deja algunas conclusiones bastante claras, no muy alentadoras para nuestra democracia y que expresan una evidente desconexión entre votantes y representantes políticos.

  1. El porcentaje de participación de 5.5% es proporcional o incluso más bajo (depende la encuesta que se tome) a la valoración que hacen los chilenos de las instituciones políticas vinculadas a este proceso electoral. Esto es, el sistema de partidos y coaliciones políticas directamente involucrados en esta elección. Más allá que sea difícil comparar procesos eleccionarios de primarias que operan bajo sistemas muy disímiles, lo cierto es que la tasa de participación registrada en estas municipales no deja de ser alarmante considerando que a diferencia de una primaria presidencial, las personas tienden a valorar en mayor medida un proceso donde se juega la satisfacción de sus aspiraciones materiales inmediatas, locales, del día a día. Un nivel de desafección como el evidenciado, actúa además como auto-reflejo de una opinión pública vaciada de expectativas, incrédula y eventualmente indiferente a la aparición o consolidación de liderazgos políticos populistas, y/o nocivos para sus intereses particulares y colectivos.
  2. El porcentaje de votos totales obtenidos por los partidos de las dos principales coaliciones, también es preocupante. No sólo a nivel porcentual sobre el total de votos posibles dado el padrón actual. Pero también frente a opciones independientes cuyo discurso se distancia claramente del sistema representativo vigente. En el caso de las primarias de la Nueva Mayoría y Chile Vamos, el porcentaje de votos independientes llegó a cerca del 22%.
  3. Un porcentaje importante del voto conseguido por los principales partidos es, en la mayoría de casos, un voto volátil, poco predecible, sustentado en un personalismo político y no en afinidades ideológicas o endosos partidistas. El voto cruzado se consolida. Tal como lo pudieron evidenciar cartas presidenciales y parlamentarios emblemáticos como Carolina Goic, Isabel Allende, Jaime Bellolio, Alberto Espina, Manuel José Ossandón o Andrés Allamand, hoy se hace muy difícil traspasar un liderazgo parlamentario o partidista local a una elección municipal que se rige por otros códigos y necesidades. Esta elección mide fundamentalmente gestión o características personales y habilidades percibidas en los candidatos para enfrentar la gestión municipal (incluida, en el caso de los alcaldes a reelección, su capacidad para dar a conocer su obra antes que descalificar innecesariamente al contrincante o centrarse en polémicas ajenas a la mera gestión).
  4. Es sintomático que en 15 de las comunas con peores índices educativos y de pobreza (una parte importante en la zona de conflicto mapuche) como Victoria, Traiguén, Los Álamos, Palena, Coelemu, Chanco, Saavedra, María Elena, La Unión, Alto Hospicio, Renaico, Curarrehue, El Monte, Ercilla, o Río Claro (se toma resultados recientes agregados de Casen y PSU), un 60% de los alcaldes elegidos correspondan a candidatos independientes. Aquí se puede concluir tres cosas: la demanda por necesidades materiales acuciantes como una educación de calidad cobra centralidad a la hora de elegir a la máxima autoridad municipal; dicha demanda no ha sido satisfecha por parte del sistema de partidos tradicional en las comunas de GSE medio y bajo; esto obliga a los votantes a buscar opciones fuera del eje Oficialismo-Chile Vamos o excluirse de participar en un proceso monopolizado por partidos que carecen de propuestas para mejorar la educación municipal (u otros problemas igual de importantes como la calidad de los servicios de atención primaria en salud, seguridad, microtráfico, entre otros).
  5. Es grave la escasa relevancia que la dirigencia de los partidos más “progresistas” le otorga a los resultados en dichas comunas más rezagadas. Por el contrario, dirigentes como el presidente del PPD, tienden a resaltar resultados y categorizar como emblemáticas a comunas con mayores ingresos per cápita y bolsones de votantes.
  6. La desconexión o falta de compromiso con las ideas, temas y distritos donde se juega la desigualdad, también alcanza a dirigentes tan emblemáticos como el ex Presidente Lagos, quienes antes de atender a esta realidad,  ponen el foco en una reposición o vuelta del voto obligatorio, y de paso profundizan el problema evidenciado. Esta mirada supone tergiversar el concepto de responsabilidad cívica, validar los paternalismos y menospreciar el valor de la libertad. Es decir, endosar una responsabilidad en la debacle participativa a la ciudadanía, antes que en la responsabilidad que le compete al sistema político a la hora de repensar un ideario, estrategias, discursos y acciones para reencantar a una base de votantes insatisfechos. Esta aproximación en todo caso no es nueva, y es expresión de lo que Derrida (2003) denomina mecanismos de autoinmunidad, es decir, acciones ejercidas por los sistemas que destruyen sus propias condiciones de protección (en el caso de las instituciones políticas, su legitimidad). Por tanto, sería más que deseable que de cara a las próximas elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales, nuestros partidos aprendan la lección y vayan generando los cambios necesarios para transitar hacia políticas y prácticas que las hagan más predecibles y mejoren su inmunología o reputación.

Por todas estas razones, las primarias municipales 2016 no sólo evidencian la derrota de las principales coaliciones. Sobre todo, constituyen el escenario de la derrota de la democracia chilena y su soberano, una ciudadanía que sigue esperando con ansiedad una mejora sustancial y permanente de sus condiciones de vida.

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