Las Tradiciones: ¿por qué importan?, ¿por qué las conservamos? ¿las estamos perdiendo?

20 de Septiembre 2023 Columnas

De origen latino, la palabra tradición –traditio-, se origina a partir del verbo tradere, este último con el sentido de transmitir o entregar. El significado de este concepto hunde sus raíces en el vínculo que une a los grupos humanos con su memoria. En unión con el pasado, la tradición contenedora de una identidad única que, atesorada a través de las generaciones, se transforma en una fuerza histórica, pero que mira tanto al pasado, como al futuro.

La historia da cuenta de la gran capacidad de adaptación de las costumbres, las que se amoldan en función de los cambios que operan en las sociedades y constituyen la dimensión más clara de que la tradición puede adaptarse a los desafíos frente a los cuales se han puesto a prueba las comunidades. Resguardada, tantas veces, en la memoria de los mayores que, por esta condición, han sido venerados en diversas culturas, como los custodios de la costumbre, ya sea en la tribu o en aquellas dimensiones superiores de la civilización. Los ejemplos son muchos, y han operado de la misma forma.

Las sociedades modernas, sobre todo en occidente, a partir de un largo proceso que ha dado cuenta del valor del individuo por sobre el grupo, no ha logrado comprender el sentido originante que tiene la tradición y de qué forma alimenta las identidades distintivas de cada grupo humano. Y es allí donde adquiere valor el vestigio, aquella huella preservada en la tradición material e inmaterial, en el legado de la oralidad, que recrea ese pasado de forma preciosa, ese momento fundante, aquel en que el ser humano como parte de la naturaleza, veneró la fertilidad de los campos y la generosidad de los valles. Ese es el que resguarda la memoria, pero es, a la vez, el legado que las distintas comunidades, amorosamente, intentan preservar para las generaciones que vienen. Por qué, transmitir es lo propio de la tradición y porque en la costumbre existe una genealogía de un conocimiento atesorado por la experiencia, la cual debe ser rescatada, para proyectar, adaptar y transformar.

En aymara, costumbre, se dice sarawi. En el mundo andino la abuela, el abuelo, continúa siendo la figura de máximo respeto; el custodio de las costumbres y tradiciones. El despoblamiento en los pueblos del interior de las regiones del norte chileno, han condenado a «los mayores» a vivir en las ciudades. Confinados y relegados en pequeños espacios para estar al cuidado de sus descendientes; han perdido consecuentemente el contacto con el paisaje, los animales y los olores de su ámbito natural; quedando la tradición, la memoria, las prácticas de la costumbre, al arbitrio de quienes asumen la responsabilidad de seguirlas. Así entonces, muchas veces quienes la practican, deben improvisar, intentando recordar en los rituales y festividades religiosas, aquellas prácticas, cantos y pasos. Actualmente, estamos frente a las pérdidas de las mismas, en todo ámbito. Somos todas y todos cómplices de aquello, ya que las costumbres, son parte integral de nuestra sociedad, las cuales debemos conocer, respetar y valorar, porque transmitir es lo propio de la tradición, y porque en la costumbre existe una genealogía de un conocimiento atesorado por la experiencia, la cual debe ser rescatada, para proyectar, adaptar y transformar.

Publicada en La Segunda.

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