Laguistas fuera del clóset

15 de Enero 2017 Columnas Noticias

Ricardo Lagos Escobar es el candidato oficial del PPD. Era importante para el Laguismo que esto ocurriera. Si no te proclama el partido que fundaste, mejor dedícate a otros menesteres. Pero tampoco es la gran cosa. Es un hito en el camino que le permite a Lagos seguir en carrera, sin avanzar muchos espacios. El apoyo del PPD no inclina ninguna balanza. De hecho, la noticia es que varios de sus diputados ya están respaldando públicamente la opción de Guillier. Los partidos de la Nueva Mayoría han optado por desdramatizar estos trasvasijes y apoyos cruzados. No les queda otra: el asunto ya escapó de sus manos.

En su repertorio de apoyos, es probable que Lagos coleccione a las figuras más notables de la cultura concertacionista. Tiene equipos políticos y técnicos en acción. Se insiste en que el ex presidente hace esfuerzos en poner temas sobre la mesa. Pero nada de eso está sirviendo contra el efecto dominó que está generando Guillier, a quien no se le conoce un entorno intelectual robusto. Sin embargo, esta aparente carencia podría ser incluso un activo en los tiempos que corren. A mucha gente no sólo le da lo mismo cuántos académicos aparezcan en la foto sino que le molesta que se la muestren. A fin de cuentas, se piensa, esos expertos no saben leer el verdadero Chile.

Por lo anterior, es improbable que Lagos revierta su precaria condición en las encuestas apelando a importancia de discutir los grandes temas o reclutando mentes destacadas en su comando. El problema estructural está en lo que su candidatura representa, justa o injustamente.

Guillier, en este escenario juega con viento a favor. Es como la Michelle del 2005: cuando se habían agotado las esperanzas de parir algo fresco, aparece para darle sentido a la continuidad.

También toma las banderas reformistas que dieron origen a la Nueva Mayoría. Es decir, el diagnóstico de su lote es que en este gobierno falló el capital personal de la presidenta, no la dimensión programática. Se cree así que las reformas pueden ser recicladas y revendidas en la cara amable de una figura descontaminada de los avatares políticos. De paso, una figura que les ayude a conservar el aparato del estado.

Si yo fuera operador político del oficialismo, estaría abrazado a Guillier. Por lo mismo, puedo imaginar el sufrimiento del PPD en estos momentos, cuando declarar amor por Lagos es casi un acto de obtusa valentía hipster.

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