La “ungida”

24 de Enero 2021 Columnas

La arremetida de Paula Narváez, exministra de la Secretaría General de Gobierno durante el mandato de Michelle Bachelet, como precandidata presidencial del PS ha llenado páginas de los diarios durante toda esta semana, entre otros temas por la decisión del Comité Central de su partido de aplazar la proclamación hasta fin de mes, de manera de permitir que otros postulantes puedan manifestar su intención de competir. Ello, aunque ya todos sus posibles contendores internos se bajaron de la carrera.

Sus pergaminos son variados. Narváez es sicóloga, magíster en Economía y Gestión Regional de la Universidad Austral, y máster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown. En el ámbito público, trabajó en el Servicio Nacional de la Mujer; fue seremi del Trabajo; estuvo a cargo de la reconstrucción de la provincia de Palena, tras la erupción del volcán Chaitén; asumió como jefa de gabinete de Bachelet en su segundo gobierno y luego como titular de la Segegob, para luego dedicarse a la asesoría como especialista en participación política de las mujeres en América Latina y el Caribe, en la ONU.

Pero, pese al largo párrafo anterior y en consonancia con el machismo nacional, al manifestar su interés en ser candidata presidencial, lo primero que salió a la palestra fue que el camino estaba pavimentado por Bachelet. Ella era la que la “ungía”. No son sus títulos, la experiencia recorrida ni sus capacidades. Es la exmandataria la que mueve los hilos y la “instala”.

Quizás sea precisamente porque su candidatura surge de la carta de la exmandataria, pero es curioso que en el resto de los postulantes que han comenzado a sonar en este reality denominado “camino a La Moneda”, el padrino o madrina no aparezcan como dato esencial. No ha sido así en casos como el del ministro de Hacienda, Ignacio Briones –en boga en estos días-, ni de Mario Desbordes, ni mucho menos en los postulantes más mediáticos como Daniel Jadue o Joaquín Lavín. Ninguno de aquellos es el “ungido” de Sebastián Piñera o de Guillermo Teillier, por decir algo.

Lo cierto es que esta situación, además de mostrarnos a los chilenos y a los medios de comunicación como lo que somos en materia de igualdad de género, habla también de un trabajo arduo que deberá acometer Narváez y que va mucho más allá de su nominación por parte del Partido Socialista.

Porque su punto débil está precisamente en la falta de conocimiento por parte de la ciudadanía, lo que determina que sea vista solo como la “investida” por Michelle Bachelet (sin desconocer que efectivamente fue propuesta por la exmandataria). Aquello no es suficiente para poder acometer esta empresa, menos con una ciudadanía absolutamente crítica de los liderazgos políticos y considerando que tampoco la exjefa de Estado salió de La Moneda con una aprobación digna de recordar (23% según la última encuesta CEP de 2017).

Quizás por eso mismo, Narváez ha intentado –en sus primeras decisiones como precandidata- poner énfasis en que es ella quien lleva la batuta. Así, no lanzó su postulación hasta que lo consideró adecuado, haciéndolo además desde un escenario que le es cómodo, su zona de confort en Puerto Montt. Fue clara además en enviar mensajes al PS respecto de que no quería una nominación vertical, en el Comité Central del pasado jueves, sino que prefería dar pie a que aparecieran otras candidaturas.

No es lo único que ha hecho hasta ahora: ha sostenido conversaciones con distintas figuras de su partido y del resto de la oposición; declinó utilizar los sitios web suscritos por Mahmud Aleuy –quien también firmó la carta de respaldo a Narváez- y prefirió inscribir otros propios, y ha intentado ampliar su círculo de apoyo a personajes que vayan más allá del bacheletismo puro.

Aun así, la tarea por delante es titánica, si quiere convertirse en la abanderada de la oposición. De acuerdo a la última Cadem –donde se consulta por primera vez sobre su nivel de conocimiento-, la presidenciable PS es la única de todos los postulantes a La Moneda que aparece en el cuadrante izquierdo inferior. O sea, con menor porcentaje de conocimiento y menor porcentaje de aprobación.

En resumidas cuentas, Paula Narváez tendrá que acometer una importante campaña, desde ya, para que la ciudadanía la conozca como lo que ella es y no como la “ungida” por Bachelet o la heredera de los gobiernos anteriores. No solo deberá hacer frente a la fragmentación de la oposición y tratar de congeniarse con las cúpulas partidistas, sino darse a conocer ante el votante.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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