La independencia

20 de Septiembre 2016 Noticias

Señor Director:

Estando en general de acuerdo con el tono y la interpretación del editorial de “El Mercurio” que analiza los eventos previos al 18 de septiembre de 1810, permítaseme agregar un antecedente y presentar una aprensión.

Entre los eventos más significativos en el proceso que llevó a la colonia chilena a experimentar un alto grado de autonomía político-económica con anterioridad a la crisis monárquica de 1808, destaca la creación del Tribunal del Consulado de Santiago en 1795, gracias a la cual los comerciantes de la capital institucionalizaron relaciones comerciales con distintos puertos hispanoamericanos. Ello trajo como consecuencia el debilitamiento del predominio hasta entonces incontestable de Lima, así como un progresivo aumento del poder de intervención en la política local de los afiliados al Consulado.

En efecto, la caída de García Carrasco a mediados de 1810 se explica en gran medida por la acción de un grupo de comerciantes liderados por Agustín de Eyzaguirre, quienes reaccionaron ante las tentativas del gobernador de decretar completamente la libertad de comercio para paliar la crisis económica provocada por las guerras napoleónicas. Fueron ellos, en otras palabras, los que presionaron la situación política para decretar una forma de autogobierno que derivaría en la Junta de septiembre. No es sorprendente, en consecuencia, que el Cabildo Abierto del 18 de ese mes se haya llevado a cabo precisamente en el edificio del Consulado.

En cuanto a la aprensión, me parece que el título del editorial llama a confusión. Asumir -aunque sea implícitamente- que el 18 de septiembre de 1810 se “gestó la independencia” es anacrónico y teleológico, pues asume que dicho acto revolucionario derivaría inevitablemente en la separación de España. Lo cierto es que en 1810, pocos, muy pocos en realidad, aspiraban a la independencia, buscando más bien un mayor nivel de autonomía al interior del imperio, sin por ello renegar del rey ni menos del régimen monárquico. Es importante considerar lo anterior para no persistir en voluntarismos historiográficos. Al final de cuentas, la independencia fue, en rigor, el resultado de una prolongada guerra civil protagonizada en ambos bandos mayoritariamente por chilenos, y no se consolidó sino hasta la ocupación de Chiloé en 1826.

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