En los primeros días de segundo gobierno de Bachelet, ante la queja de la derecha de que estaban pasando la aplanadora por sobre proyectos educativos del gobierno de Piñera, el senador Quintana famosamente declaró: “Nosotros no vamos a pasar una aplanadora, vamos a poner aquí una retroexcavadora, porque hay que destruir los cimientos anquilosados del modelo neoliberal de la dictadura.” Y durante el estallido propuso que: “si Piñera quiere seguir gobernando debe pasar a una segunda línea y aceptar un parlamentarismo de facto”.
Después vino lo que conocemos. Una Constitución vergonzosa de la izquierda rechazada abrumadoramente. Un segundo proceso en que la derecha quiso protegerse ex ante de la retroexcavadora proponiendo bordes y una propuesta de expertos que sería modificada por consejeros electos dentro de lo que permiten los bordes. Y entonces ocurrió la sorpresa: el consejo quedó dominado por republicanos y la derecha. Los bordes y la Constitución de expertos por las que la derecha se había esforzado para evitar la retroexcavadora de la izquierda, se transformaron en bordes para contener la de la derecha. Ironías de la historia. Nadie sabe para quién trabaja.
Pero como dice el refrán, él que sigue la consigue. No resultó la retroexcavadora del 2014, ni el estallido del 2019, así que ahora, ante una propuesta constitucional auspiciada por la derecha, el senador sostiene que estaría “más a la derecha que la actual” lo que “puede ser el detonante de un nuevo estallido social aún mayor que el de 2019.” Se trata de una estrategia del miedo para mantener el estatus quo hasta que la correlación de fuerzas permita poner en marcha la retroexcavadora que debe estar estacionada en algún descampado intelectual esperando días mejores. Es realmente preocupante, y hay que decirlo, irónico, recurrir a un acontecimiento que ha tenido efectos deplorables en la sociedad, pero no ya para celebrarlo como antes, sino que para despertar miedos: con esta Constitución ocurrirá nuevamente el horror del estallido.
No estoy defendiendo la propuesta constitucional. Al senador no le gusta. A mí me habría gustado otra (aunque no la que le habría gustado a él). Pero no es correcto sostener, como ha dicho, que la aplanadora de la izquierda en el proceso pasado sea equiparable a la de la derecha en este. La diferencia es que en este había bordes que no se cruzaron, así que, digámoslo así, fue la constitución de la derecha “en la medida de lo posible”, mientras que la anterior lo fue de la izquierda sin mesura.
La labor de la política, y el senador es un político connotado, es racionalizar las pulsiones sociales, posibilitando así una vida común en que las diferencias sean procesadas de modo pacífico y civilizado. Es de esperar que se aboque a esa tarea y explique porque en su opinión sería mejor la constitución de Pinochet (o de Lagos), en vez hacer campaña sembrando miedos.
Publicada en La Tercera.