Humanidades con mayúscula y minúscula

25 de Junio 2024 Columnas

Sebastián Edwards propuso privilegiar la educación técnica reduciendo las Becas Chile de posgrado para las humanidades. Muchos le hicieron notar que sus opiniones expresaban falta de reflexividad sobre la importancia de las humanidades (las disciplinas que nos hacen libres). Ahora, recurriendo a algunas opiniones vertidas en el debate, cambia el foco invitando a una conversación: el problema no serían las “Humanidades”, sino las “humanidades”; su crítica apuntaría a estas últimas. La asignación de mayúscula y minúscula expresaría algo profundo. Las primeras serían las “verdaderas”; sus ejemplos son los clásicos griegos y Kant. Las segundas serían “ideologías destructoras”; sus ejemplos son, entre otros, “teoría crítica”, “feminismo radical”, “poscolonialismo”, y “posestructuralismo”; ideologías que han “cooptado las universidades”, “impiden el intercambio de ideas”, y están detrás de las “cancelaciones”, “funas”, “tomas”, y “destrucción de universidades y colegios”.

Habiendo dedicado la mayor parte de mi vida a lo que él denomina Humanidades, reconozco mi estupefacción ante tantos errores. Si las Humanidades con mayúscula son las verdaderas, las con minúscula deben ser falsas. ¿Cuál es el criterio de verdad? Una posibilidad es el carácter “ideológico”, es decir presentar una particularidad como universalidad. ¿Pero acaso la ideología no ha sido parte de las Humanidades (con mayúscula)? Si ese fuera el criterio, buena parte de lo que él llama Humanidades (muchos griegos, de hecho) dejaría de serlo. ¿Será el carácter “destructor”? Cómo podría serlo: su aporte constructivo ha tenido siempre una contracara destructiva. ¿Quizás es que se niega al intercambio de ideas? Pero eso no es cierto de las teorías que menciona. Por supuesto hay funas, cancelaciones, y la sarta de estupideces propia de la academia norteamericana (y tantos otros lugares) con su propensión puritana. Pero no por ello las teorías (a veces resultado de entusiastas intoxicados de filosofía francesa) a las que se remonten esas acciones dejan de ser Humanidades. Frente a esas incivilidades y violaciones de derechos básicos que aspiran a disciplinar mediante el miedo, lo que corresponde es aplicar reglas para proteger la universidad como sede de la discusión racional. En ello las autoridades son a veces renuentes hasta la irresponsabilidad, pero no porque sean partidarias de las humanidades con minúscula. Más bien no entienden su función.

La distinción entre mayúscula y minúscula es espuria. Humanidades es una disciplina, no un canon (aunque haya uno). Y en ellas lo que corresponde es la argumentación racional y crítica, pero no cancelar por secretaría las teorías con las que no estamos de acuerdo porque no serían Humanidades “verdaderas”. Recurriendo a las ideas ilustradas de Kant (que él inscribe en las “verdaderas”), nada sería más contrario a las Humanidades.

Publicada en La Segunda.

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