Historia política de Chile, 1810-2010

28 de Noviembre 2017 Columnas

Cumplidos dos siglos de vida republicana, vale la pena preguntarse por el origen y desarrollo de la historia política de Chile y el grado de participación de los chilenos en la cosa pública. En primer lugar, porque no hay república posible sin la vinculación activa de los ciudadanos. En segundo término, porque la continuidad histórica es un mecanismo de legitimación institucional que confiere estabilidad a los países, en especial en un régimen representativo como el que nos hemos dado como sociedad.

Ahora bien, luego de numerosos ciclos de auge y declive en sus índices de actividad política, Chile experimenta hoy una serie de preguntas y desafíos, donde uno no menor es el cuestionamiento de la política misma. Los ciudadanos encuentran la respuesta a sus aspiraciones en otros ámbitos ajenos a la política, manifestando niveles preocupantes de rechazo a los partidos en general y a los grupos de poder en particular.

¿Cómo se ha llegado a tal estado de cosas? ¿Hubo momentos similares en el pasado? ¿Se entiende por política en el siglo XXI algo diferente a lo que se entendía en las primeras décadas del XIX? ¿O será que la política existe mucho más allá de los partidos y de las instituciones diseñadas para regularla e implementarla? ¿En qué sentido la historia puede revelar la evolución de la política chilena y mostrar, quizás, algunos atisbos de su futuro?

A partir de una reflexión sistemática sobre los principales hitos y procesos históricos del período 1810-2010, la obra “Historia Política de Chile”, liderada por el Centro de Estudios de Historia Política de la Universidad Adolfo Ibáñez, intenta responder a estas interrogantes desde una perspectiva de largo plazo. Fruto de un trabajo de cinco años, en el que participaron más de cincuenta académicos en cuatro volúmenes publicados por el Fondo de Cultura Económica (el primero de ellos ya disponible), la colección examina críticamente las prácticas políticas, la construcción y las transformaciones del Estado en relación con la sociedad, los problemas económicos que conducen a conflictos y a nuevas formas de interacción política, y el papel de los intelectuales. Subyace en todos ellos un interés profundo por la política en tanto eje aglutinador de la nación, árbitro de las diferencias y generador de proyectos de largo alcance.

Lo que inspira a la obra es la convicción de que la política se manifiesta en una multitud de dimensiones que van más allá de instituciones y organizaciones, como queda de manifiesto, por ejemplo, en el hecho de que depositar el voto en una urna no es la única manera de participar en un proceso electoral. Así, se propone una lectura dinámica de lo que han sido estos doscientos años de vida independiente y de sus principales clivajes. Sobresalen discusiones sobre la democracia representativa, el binomio conservador/liberal, los debates constitucionales, el papel de los militares en la toma de decisiones, la representación cartográfica del Estado y la relación entre el mundo empresarial y la política.

Varios de estos debates cruciales -es fácil advertirlo- recobran vigencia en nuestra actual discusión política. Desde esta perspectiva, una mirada histórica como la planteada puede contribuir a iluminarla y, de esa forma, enriquecer el diálogo, clarificar los conceptos, abrir nuevas puertas para la investigación y superar las descalificaciones que lamentablemente abundan sobre la política. Es hora de ponderar seriamente la política en Chile desde una mirada histórica: lo que ha hecho y lo que aún es capaz de realizar a la hora de dirimir diferencias y construir proyectos comunes de convivencia ciudadana.

*Columna escrita junto a Iván Jaksic, presidente del CEHIP (Centro de Estudios de Historia Política) de la UAI.

Publicado en El Mercurio.

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