Historia como optativo: culpas compartidas

2 de Junio 2019 Columnas

La historia cuenta que Tales de Mileto cayó a un pozo porque estaba más preocupado de mirar los astros que de mirar al suelo. Más allá de la veracidad de este cuento, la anécdota se ocupa para caricaturizar a los filósofos y su supuesta desconexión con la realidad. En el caso chileno, la situación fue distinta, fueron los historiadores quienes, más preocupados de mirar para atrás que para adelante, cayeron al pozo de las nuevas bases curriculares, mientras los filósofos lo sorteaban.

A partir de esta experiencia, el Consejo Nacional de Educación, luego de haber aprendido la lección con Filosofía, guardó sus cartas hasta el final y cuando el Rubicón ya había sido cruzado, informó que el ramo de Historia será una asignatura electiva en las nuevas bases curriculares para tercero y cuarto medio.

Salvo la ministra Cubillos, que pareciera vivir en una realidad paralela al afirmar que se van a entregar todos los contenidos hasta segundo medio -como si alguna vez alguien lo hubiera podido lograr cuando se impartía Historia hasta cuarto medio gran parte del mundo académico rechaza la medida. Incluso la ministra de Cultura, más consecuente que la ministra del Deporte, ve en esto un error.

Entre las voces autorizadas para hablar del tema, ha aparecido el Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar para afirmar que “Todo está pensado para desempoderar al ciudadano. Esto significa que el ciudadano no va a poder ejercer su propia soberanía”. Siguiendo a Salazar, uno se imagina que, tal como está la situación, cada vez que hay elecciones, los estudiantes se vuelcan a las urnas una vez que cumplen 18 años y que, con conocimiento histórico, discuten con propiedad respecto a las diversas crisis que afectan a nuestro país.

No obstante, la realidad pareciera ser otra. Vale la pena recordar que, en la última marcha feminista, mientras sostenía una cartel contra el patriarcado, fue consultada por un periodista por el concepto y no atinó más que a decir: “Me cagaste” (sic).

Siendo honestos, no es extraño que la Historia deje de ser obligatoria cuando durante décadas se ha enseñado lo mismo, de la misma manera, sin adaptarse mayormente a los cambios del mundo y a las necesidades de las nuevas generaciones.

La academia, en tanto, pareciera estar dedicada a temas más importantes, cuando, en realidad, termina dialogando consigo misma, de espaldas a la sociedad y más preocupada de cumplir con los estándares de las revistas especializadas, grupos de estudio de CONICYT y criterios de productividad de la Universidad.

Pareciera que la culpa no es de Baradit, sino del que le da el afrecho. Su “Historia secreta”, aunque de secreta no tiene nada, ha logrado éxito por la misma razón que los historiadores no lo han tenido, porque escribe pensando en el público y no en validarse frente a la comunidad académica.

Son estas razones las que permiten entender, en ningún caso justificar, los fundamentos que llevaron al Consejo a tomar decisiones poco acertadas, pero más grave aún, poco claras. ¿En qué consistirá Educación Ciudadana? ¿Cuáles son los contenidos y los aprendizajes? Estamos hablando de un cambio que se quiere aplicar el 2020 y que requiere una serie de modificaciones que van desde una nueva planificación, sobre la marcha, hasta la modificación de contratos en las cargas de los profesores.

Las nuevas bases, aunque interesantes, parecieran alejadas de la realidad de la mayoría de los establecimientos educacionales donde antes habría que satisfacer necesidades básicas, más que cumplir con otras superiores.

Finalmente, la experiencia comparada demuestra que no es necesario tener bases curriculares perfectas, ni buscar modelos en el exterior, sino buenos profesores y, para conseguirlos, hay que atraer a los mejores estudiantes para que se interesen por estudiar Pedagogía. La única forma de conquistarlos es valorándolos como sociedad, pagándoles lo que se merecen y preguntándoles su opinión antes que a los tecnócratas que jamás han pisado una sala de clases.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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