Evo Morales y Andrés de Santa Cruz

3 de Marzo 2018 Columnas

Más allá de las opiniones personales que uno pueda tener respecto del Presidente boliviano Evo Morales, un hecho objetivo es que desde hacía muchísimo tiempo, Bolivia no contaba con la estabilidad institucional que ha tenido en esta última década.

Uno de los pilares de este liderazgo ha sido el cohesionar a los diferentes grupos que conforman el Estado Plurinacional de Bolivia en tomo al tema marítimo. En este sentido, por razones practicas e ideológicas, la posibilidad de que este país tenga acceso al mar se ha transformado en una cruzada que une a todas las regiones.

Resulta paradójico, como hizo notar el historiador Sergio Villalobos que Morales culpe a Chile de no poder acceder al mar, siendo que, cuando lo tuvieron por derecho propio, luego de la creación de Bolivia, no lo aprovecharon mayormente.

Es más, en el año 1828, Andrés de Santa Cruz buscó en Chile, específicamente en el puerto de Valparaíso, medio centenar de voluntarios chilenos que estuvieran dispuestos a trasladarse a Cobija que, por esos años era apenas una caleta.

Esto no quiere decir que Bolivia nunca tuvo mar, ni tampoco que no lo haya necesitado sino que su puerto natural cuando era el Alto Perú, antes de convertirse en Bolivia, había sido tradicionalmente Arica.

A partir de esta separación entre Perú y el Alto Perú y su transformación en Bolivia en 1825, surgieron los inconvenientes para los bolivianos. Luego de que la empresa de Santa Cruz no diera los frutos esperados, emprendió un viaje desde la Paz a Cobija, intentando demostrar a sus compatriotas sus beneficios, esfuerzo que tampoco prosperó.

La crisis interna de Perú marcada por la lucha entre caudillos, le abrió la puerta a Santa Cruz para efectuar su proyecto más ambicioso: la Confederación Perú-boliviana que unía el norte y sur de Perú con Bolivia. A través de esta unión, su país recuperaba a Arica como puerto natural y además impulsaba una competencia con Valparaíso, siendo esta la causa de que Diego Portales viera la Confederación como una amenaza y promoviera una guerra hasta conseguir su disolución. A diferencia de lo que sucedió en la Guerra del Pacífico, en este conflicto no hubo cambio de fronteras, no se conocía el potencial minero de la zona y los límites todavía no eran objeto de debate.

El mariscal Santa Cruz, aunque sin muchas luces como militar, sabía manejarse en el ámbito internacional. De la misma forma que Morales se victimiza en La Haya, Santa Cruz consiguió el apoyo del Reino Unido y la protección del rey de Francia. Gracias a eso y pese a haber sido derrotado por Chile, encontró un asilo seguro en nuestro país.

El Presidente Manuel Bulnes, general que había sido su principal enemigo en la guerra aceptó su asilo político y se preocupó de prodigar las mejores condiciones para su cautiverio en Chile. Se le asignó una casa en Chillán, criados muebles, comidas, vino de Burdeos y todos los medios para que su estadía fuese lo más placentera posible. A raíz de esto El Mercurio de Valparaíso protestó señalando que el Gobierno parecía haber olvidado que era un prisionero político, pollo que no correspondía ofrecer “todos los goces y libertades de un emigrado político”, un lejano 13 de marzo de 1844.

Después de un tiempo y ante la imposibilidad de regresar a Bolivia o Perú, donde estaba amenazado de muerte, Santa Cruz viajó a Francia, donde vivió sus últimos años. El mito dice que antes de embarcar, miró por última vez al puerto de Valparaíso y se despidió de nuestro país diciendo “Adiós patria de mi ruina”.

Sus últimas acciones públicas coincidieron con los inicios de los conflictos territoriales entre Chile y Bolivia, el descubrimiento de riquezas en el desierto les permitió percatarse de que ninguno de los dos países tenía absoluta certeza respecto a cuales eran sus límites. Se comenzaba a escribir otra historia de la cual todavía somos testigos.

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