Por qué éste es un condoro de la candidata

22 de Septiembre 2017 Columnas

Beatriz Sánchez se niega a concurrir a un programa de debate porque uno de sus panelistas colaboró con la dictadura. Es una decisión controvertida. Sánchez aspira a ejercer un cargo al servicio de todos los chilenos, no solo de aquellos que comparten su visión ideológica o su juicio histórico. La candidata presidencial del Frente Amplio no ignora aquello, pero añade que, como candidata, puede permitirse esas licencias. No es una respuesta convincente: una candidatura es un examen de condiciones. En una campaña presidencial no se le habla solamente a los propios sino a toda la nación, en la cual subsisten grupos ligados, afectivamente al régimen de Pinochet.

La posición de Beatriz Sánchez sería más defendible si el personaje en comento estuviera directamente involucrado en violaciones a los derechos humanos. Una objeción moral, en ese sentido, es procedente. Pero el panelista Sergio Melnick no está en esa ominosa categoría. El problema para Sánchez es que hay miles de civiles y militares que colaboraron con la dictadura en distintos niveles, en distintas etapas y por diversas razones y, que por tanto, no es posible meterlos a todos en el mismo saco. Resulta injusto y ciertamente impracticable establecer un veto en todos los casos. Si quisiera ser consecuente tendría que partir por cortar relaciones con todos los medios que apoyaron la dictadura. Es cierto que Melnick no fue un simple funcionario sino un ministro.

Esa responsabilidad política pesa. Pero fue titular tardío del ministerio a cargo de la superación de la pobreza. Muchos otros no fueron ministros, pero tienen las manos realmente manchadas. Quizás haya que mirar los desempeños caso a caso a la hora de formular un veto.

Finalmente, Sánchez dice no querer “validar” con su asistencia que un ministro de Pinochet esté en televisión. Es otra respuesta curiosa. Ejerciendo su labor de periodista, Beatriz Sánchez entrevistó a decenas de colaboradores del régimen militar, partiendo por los dirigentes históricos de la derecha. Es decir, “validó” que tuvieran tribuna para exponer sus puntos de vista. Aquello parece un ejercicio de tolerancia y profesionalismo. Parece que la Beatriz Sánchez periodista entendía mejor los códigos de la libertad de expresión que la Beatriz Sánchez candidata.

Publicado en Las Últimas Noticias.

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