¿Es la paz posible?

21 de Febrero 2023 Columnas

Se ha cumplido un año desde que Rusia lanzó una invasión al conjunto del territorio ucraniano, lo que supuso una escalada radical a un conflicto que el Kremlin inició el 2014 con la anexión ilegal de Crimea y de parte del Dombás ucraniano. Contrariamente a lo esperado por Vladimir Putin, el estado ucraniano no se desmoronó en pocos días. Al revés, su ejército logró detener al invasor y luego recuperar gran parte del territorio ocupado.

 Esta guerra se ha transformado en una guerra de desgaste, ya que ninguno de los dos lados tiene las capacidades militares para lograr destruir el poder del enemigo en un par de batallas. Poco importa si uno de los dos ejércitos logra capturar alguna ciudad, como por ejemplo Bajmut, ya que esto no afecta en ninguna medida los parámetros fundamentales de la guerra.

¿Cuáles son estos parámetros? Primero, que Ucrania siga recibiendo la ayuda occidental que le ha permitido y le permitirá seguir mejorando su ejército. Frente a esto, el objetivo ruso es intentar romper esta alianza, ya sea a través de la instalación de gobiernos prorrusos en occidente o de una fatiga en las opiniones públicas occidentales. El segundo es que ambos buscan debilitar al ejército adverso con pérdidas humanas y materiales que no se puedan remplazar.

 De esta forma, los próximos meses serán estratégicos para Ucrania, que debe continuar desgastando al ejército ruso mientras recibe y aprende a usar los nuevos blindados ligeros y pesados y, sobre todo, los misiles GLSDB que tienen un alcance de 150 km y que serán desplegados durante el segundo semestre de este año. En efecto, la llegada de los HIMARS en junio del año pasado, con un alcance de 80 km, movieron la balanza a favor de Ucrania, ya que aumentó los problemas logísticos rusos que existían desde el principio de la invasión. Los GLSDB, con su mayor alcance, causarán un infierno logístico a los rusos, ya que estos deberán instalar sus centros logísticos a más de 150 km del frente, con los múltiples problemas que esto supone, abriendo la puerta a una ofensiva ucraniana.

El tiempo, entonces, corre a favor de Ucrania, quien es, recordémoslo, la parte agredida por la Rusia imperialista que lleva casi nueve años violando el derecho internacional y los tratados firmados con Kiev. Si bien la solución ideal sería el retiro de Rusia y el retorno a las fronteras del 2014, resulta imposible imaginar que esto sea una posibilidad para Putin. En cambio, un acuerdo que permita a Rusia mantener sus conquistas militares servirá de incentivo a los que desean, a través de la violencia, debilitar el derecho y el orden internacional. Esto quiere decir que alcanzar una paz que dure en el tiempo significa conseguir la victoria militar ucraniana, que en el mejor de los casos llegará a finales de este año.

Publicada en La Segunda.

Redes Sociales

Instagram