El martirio de la incertidumbre

2 de Septiembre 2022 Columnas

Estas últimas semanas hemos visto cómo diversas encuestas predicen los resultados de la votación de este 4 de septiembre. Me asombra ver cómo necesitamos dar respuesta a un ansia de certeza, saber “más o menos” ¿qué va a pasar, y ¿ para qué? Para aferrarnos a una creencia ilusoria de control: deseamos eliminar la incertidumbre, en vez de adaptarnos a ella.

Todas las personas naturalmente optamos por aquello que conocemos, lo familiar, lo previsible; esto nos da esa sensación de control que tranquiliza y que nos provee de un sentimiento de seguridad. Por eso, las diversas ideologías y creencias a lo largo de la historia han tenido tantos adeptos, porque las personas queremos creer cuando nos dicen: “Si siguen este camino (creencia, ideología, etc. ), van a estar bien (o mejor)”.

Pero esto nunca ha sido así. La persuasión no ha sido precisamente una vía válida para vivir mejor; ejemplo de ello, las diversas guerras durante el siglo XX originadas por ideologías segregadoras; o algo más común, la búsqueda del saber de adivinos, oráculos y médiums.

La razón, entendida como nuestra capacidad para reflexionar, siempre es una alternativa viable, pues permite reconocer y comprender una realidad que es diversa, que abre caminos y espacios para el bienestar común. Pero este camino es difícil de aceptar, pues exige detenerse, ponderar, idear, considerar, discernir, analizar, medir, valorar… exige trabajo y para muchos es mejor no pensar en nada.

La incertidumbre, por lo general, es vista como algo negativo, nos hace sentir vulnerables, pues se da en un contexto inesperado, inusual: algo cambia. El cambio, tiende a ser valorado también como un problema, una amenaza, o al menos incomoda. Por esta razón tendemos a buscar respuestas inmediatas para solucionar y volver al estado que consideramos de equilibrio y bienestar.

Sin embargo, ciertos estudios señalan que en situaciones de incertidumbre nuestro cerebro recibe más glucosa, recibe más energía para pensar. En este sentido, si la incertidumbre es tomada como un desafío, dejamos de funcionar en “modo automático”, se activa el pensamiento crítico, la creatividad, la apertura a diversas posibilidades, realidades y soluciones. Dejar una perspectiva determinista para aceptar una visión que tolera y se adapta a la incertidumbre parece ser una alternativa real, aunque tome tiempo, para mejorar nuestro bienestar social e individual.

Dentro de un clima social y político tan rígido, intolerante, paralizado por el miedo, quiero dejar de sentir lo desconocido como una amenaza; quiero tener la esperanza que esta incertidumbre nos movilice a pensar, a ser creativos, a que dejemos ese lugar donde el miedo resiste al cambio, porque, parafraseando una de las escenas finales de Blade Runner, “es un martirio vivir con miedo… Eso debe ser la esclavitud”.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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