El incierto futuro que viene para Chile

19 de Noviembre 2021 CEA Columnas

Que la elección Presidencial en primera vuelta y parlamentaria del próximo domingo es la más abierta desde el retorno de la democracia es ya un lugar común, y el que eso no es una hipérbole, un hecho asumido. Sin embargo, lo realmente relevante son los motivos de esta situación. Y es que la evolución del sistema político en los últimos años ha resultado imprevisible y de resultados sorprendentes. Por un lado, las modificaciones del sistema electoral atomizaron el sistema de partidos, permitiendo el ingreso a ambas Cámaras del Congreso de una masa de representantes con bajísimos niveles de votación y visiones militantes de nicho que los hacen salir a buscar presencia mediática a cualquier costo, propiciando una dinámica que ha terminado por consolidar una mecánica populista evidente. Por el lado presidencial, desde el Estallido del 18 de Octubre del 2019, La Moneda y en particular el Presidente Sebastián Piñera han tenido que actuar de forma reactiva, perdiendo tracción no solo dentro del sistema político en general sino dentro de su propia coalición. En una escena así, incluso ante éxitos evidentes, como el programa de vacunación o control general de la Pandemia, su imagen se ha vuelto odiosa para parte considerable de la población y se ha generado una imagen de necesidad urgente de una renovación de estilos políticos e incluso de Elites en el sentido completo.

En un proceso así, donde además avanza confusamente una Convención Constitucional que no ha perdido ocasión de auto sabotearse y perder prestigio, enfrentamos finalmente las elecciones parlamentarias y la primera vuelta presidencial. Las encuestas parecen indicar que, en esta ocasión, existiendo un fuerte grupo de ciudadanos que busca armonía, estabilidad y orden, las candidaturas de centro han fallado en consolidar posiciones inicialmente esperanzadoras y halagüeñas. Lejos de eso, el escenario parece capturado por visiones polares. Por una parte, la visión de Orden y Progreso, por el otro, de Renovación y reinvención del país. Ambas posturas tienen perspectivas interesantes y valiosas, y no podemos dejar de pensar que lo optimo habría sido una combinación balanceada de ambas. Lamentablemente, parecen haber indicios que las dos pasaran a segunda vuelta y en esta, una se impondrá a la otra por muy poco margen. Una escena así nos hace presagiar un gobierno débil, que por descontado no contara con la mayoría del atomizado Congreso Nacional, pero al mismo tiempo, enfrentara una oposición feroz, frustrada por su derrota y buscando vengar o defender los comportamientos de su lote durante el actual periodo presidencial. Salvando el hecho de que los yerros de las encuestas quizás nos permiten tener un débil rayo de esperanza en que el escenario se resuelva desde la moderación, el punto mas bien parece ser en que la ciudadanía tiene que poner coto desde la acción ciudadana en su buen sentido, a los excesos de las propuestas de los Candidatos que parecen poder pasar a la Segunda Vuelta. Exigiendo coherencia al espiral refundacional, por un lado, y contener los cantos de sirena autoritarios por el otro.

Ciertamente, no se nos vienen tiempos fáciles en Chile, y en estos últimos dos años es mucho lo que ya se ha demolido, simbólicamente representado por la remoción de los restos del Soldado Desconocido y de la estatua del General Baquedano de la plaza que lleva su nombre. En una escena así, lo que debe de prevalecer es la calma y la sensatez. No dejar espacio a los aventureros que buscan resolverlo todo “en cinco minutos”, como se expreso ya en la década de los 90. Chile se encuentra en un punto difícil de su desarrollo, pero para ello, ha debido avanzar y atravesar muchos desafíos. Lo que se nos viene por delante, es uno más, y donde la actual generación debe de demostrar que no dilapidará lo conseguido por las generaciones anteriores.

Publicada en Emol.

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