El Humor en la Quinta ¿Reírse de todo?

11 de Marzo 2024 Columnas

A pesar de los varios intentos para que el Festival de Viña del Mar no se hiciera, en especial, de parte de una izquierda que pareciera ver con amargura que las personas disfruten de este espectáculo, éste se hizo y con muy buenos resultados.

La realidad indica que sigue siendo uno de los eventos más esperados y comentados del año. Dentro de los méritos que se le pueden reconocer a la alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, es haber mantenido el evento y haber logrado darle un cariz solidario.

Nada podrá mitigar el dolor de las personas que perdieron a familiares, sus casas y mascotas, pero tampoco habría ayudado haber suspendido un acontecimiento que ya se ha transformado en una marca registrada de la ciudad en todo el país y Latinoamérica.

Quizás lo más novedoso y destacado de este año, además de ese tinte solidario, fue la presentación de Andrea Bocelli. El cantante italiano demostró que una buena melodía no solo puede calmar al “monstruo”, sino que además conmoverlo.

Junto con Bocelli, otro aspecto que llamó la atención de esta edición fue el humor. Si Bocelli fue disruptivo con su música, “Lucho” Miranda hizo lo propio con su rutina. Miranda utilizó a su favor su discapacidad sin apelar a la lástima y siendo capaz de reírse de sí mismo y su condición. Miranda abrió una puerta que hace años parecía completamente sellada y el público disfrutó sin complejos.

En la vereda contraria está Javiera Contador. Mientras los damnificados de los incendios siguen buscando una solución antes de que comiencen las lluvias, Contador recomendaba no viajar a Disney con niños. Un burdo remake de su antigua rutina, mal hilada y menos divertida. Sus compañeros de televisión, cual Deus ex machina, lograron salvar un espectáculo tan pobre como desubicado.

Del resto de las rutinas, habría que decir que lo más llamativo, en comparación con las ediciones anteriores y, por sobre todo, antes del 18 de octubre del 2019, fue la casi total ausencia de los chistes políticos.

Luis Slimming, a mi juicio el mejor de los humoristas de esta edición, tuvo una señal de alerta días antes cuando quiso hacerse el chistoso en el funeral del ex presidente Sebastián Piñera, y, sin saber que ellos habían asistido, preguntó en su cuenta de Twitter si los mineros habían ido al velorio. Las reacciones no se hicieron esperar y “Don Comedia” terminó cerrando su cuenta frente a una horda rabiosa.

Después de esa experiencia, los humoristas sabían que hacer chistes políticos era jugar con fuego. Sergio Freire intentó probar al público hablando del presidente Gabriel Boric, pero no quiso ir más allá, al igual que el resto de sus compañeros.

Sin hacer un juicio político, salvo Checho Irane, cuya condición de humorista puede ser cuestionada por algunos, lo cierto es que pareciera no existir humoristas identificados con la derecha en Chile. En esta línea, su discurso contra la élite económica y la clase política resultó un éxito asegurado durante los últimos años. Sin embargo, después del revés de la Nueva Constitución y la mirada crítica que surge hoy sobre el 18 de octubre y sus derivados parecieran haber forzado a los humoristas a buscar nuevas fuentes para hacer reír.

Los temas que hoy preocupan a la gente son múltiples y graves: la expansión de la delincuencia, el crimen organizado, secuestros, la inflación, falta de vivienda, bajos sueldos, desempleos, etc. Si durante los últimos años el humor fue una forma de enfrentar al poder, lo que vimos en la Quinta fue más bien de evasión. Una señal de alerta. Los problemas del Chile del 2024 parecieran ser demasiado graves como para festinar con ellos.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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