El fin de los tiempos

24 de Mayo 2021 Columnas

El resultado de Unidad Constituyente en la elección de convencionales, y el chascarro en la inscripción de sus candidatos para la primaria presidencial, son el corolario de un mismo y largo proceso. Que se inicia con la derrota electoral en 2010 y con la decisión de la centroizquierda de denigrar todo lo realizado durante sus dos décadas en el poder. Frío y ciego oportunismo, con que la ex Concertación contribuyó a instalar una lógica de demolición, cuestionando la legitimidad de la derecha como fuerza gobernante, alimentando la hoguera de la polarización, y asumiendo que cualquier perspectiva de cambio implicaba abjurar del Chile construido desde 1990.

Esas fueron las bases político-normativas que dieron origen a la Nueva Mayoría y al segundo gobierno de Bachelet, una experiencia que terminó en un rotundo fracaso electoral, del cual nadie se hizo responsable ni buscó explicaciones. La derecha volvía al poder, con las mismas lógicas de su primer gobierno, hasta que el país se estrella contra sí mismo el 18 de octubre de 2019. El debate público se inunda de maniqueísmo, el Chile de la transición es quemado en la plaza pública, y el proceso constituyente pasa a ser la columna vertebral de un nuevo país y una nueva esperanza.

Las elecciones del fin de semana pasado confirmaron al estallido social en su dimensión política. Entre otras cosas, confirmaron también que el esfuerzo de la ex Concertación por renegar de su pasado y subirse a un carro ajeno ha concluido en un rotundo fracaso. Porque los ahora triunfantes los han despreciado siempre, y los arrepentidos solo han bajado la vista, guardado silencio y ofrecido la otra mejilla. Hoy terminan siendo minoría frente al pacto conformado por el PC y el Frente Amplio, signo de un destino inexorable, escrito por mucho tiempo, que solo podía tener como final una derrota política y cultural como la que ahora enfrentan.

Los socialistas son los primeros que corren a cruzar el río, soñando ser acogidos por sus eternos despreciadores. Pero vienen con contrabando, tratan de subir al acuerdo al PPD y a Nuevo Trato, que jamás fueron invitados a la fiesta por el PC y el FA, los nuevos anfitriones. Buscan además garantías en una anticipada negociación parlamentaria, y la respuesta de los dueños de casa es simplemente no. El PS y el PPD se quedan entonces sin primarias legales, acusando un supuesto veto. El mismo que ellos ya habían aplicado a la DC y a su candidata presidencial, cuando decidieron saltar el muro, dejando a la Falange a la deriva.

En fin, un espectáculo vergonzoso y patético, que solo es evidencia de una descomposición de larga data, que hoy tiene a la centroizquierda suplicando a los comunistas por un papel secundario en la historia. Haciéndose la ofendida, pero sabiendo que, para tener cabida en un eventual acuerdo de segunda vuelta presidencial, deberán seguir siendo los mismos: avergonzados, conversos y humillados en este insólito final de los tiempos.

Publicada en La Tercera.

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