El diablo se esconde en los detalles

24 de Marzo 2022 Columnas

Una de las prioridades que ha definido el nuevo gobierno y que el ministro de Hacienda, Mario Marcel, ha dejado claro en todas las intervenciones y lives en los que ha participado, es que sí o sí enfrentaremos una nueva discusión y reforma tributaria. Lamentablemente, el foco parece estar nuevamente aumentar la carga tributaria per se, y no en un pacto que se acuerde entre todos los actores.

Sin embargo, antes de sentarnos a la mesa es importante definir con claridad los parámetros de la conversación, y como dice el dicho popular, “separar la paja del trigo”. Lo primero que suele hacerse en toda discusión tributaria es comparar las recaudaciones (medidas como porcentaje del PIB) entre los diferentes países, sin considerar que en diferentes economías del mundo existen diferentes sistemas de seguridad social. ¿Porqué es esto tan importante? Porque en varios países del mundo es el Estado quien se hace cargo de los pagos de seguridad social y, en ese sentido, parte de lo recaudado es transferido a la población como pagos de pensiones. En estos países sería esperable una mayor recaudación tributaria. Por esta razón es que no se deben comparar las recaudaciones sobre el PIB sin hacer el ajuste por las transferencias por la seguridad social. De lo contrario, las cifras engañan y llevan a sacar malas conclusiones.

A modo de ejemplo, la recaudación en Chile del año 2019, sin incluir las transferencias, alcanza al 20,9 % de impuestos sobre el PIB, mientras que los países de la OCDE anotan, en promedio, un 33,4 % del PIB. Sin embargo, al ajustar o netear las cifras por las transferencias que realiza el Estado por concepto de seguridad social, esta brecha se reduce considerablemente.

Vemos entonces que: el promedio de los países de la OCDE anota una recaudación neta del 24,5 % del PIB, mientras que chile registra un porcentaje de 19,4 %. Este es el número que debe ser comparado, es decir, peras con peras o manzanas con manzanas. Uruguay, país citado bastante últimamente, tiene una recaudación neta de seguridad social de 22% medida del PIB.

Si tomamos en cuenta, adicionalmente, cuál era la recaudación que existía en los países de la OCDE cuando tenían el mismo nivel de ingreso per cápita que tiene Chile actualmente, esta brecha de 5% del PIB (explicada anteriormente) se reduce a solo 3%, es decir, somos mucho más parecidos a la OCDE en materia tributaria de lo que parecemos ser a simple vista.
Parece que el Principito tenía razón y “lo esencial es invisible a los ojos”. Leer de manera correcta las cifras debe ser uno de los puntos de partida para que del diálogo nazca el tan anhelado pacto y no solamente una “nueva reforma”.

Publicado en La Segunda.

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