El alumno condicional

22 de Enero 2023 Columnas

Hace algunos años, era muy común que hubiera estudiantes que quedaban en situación “condicional” en los colegios, por tener mal comportamiento o notas pobres. En definitiva, un mal ejercicio de sus labores. Algo similar sucede ahora con el ministro de Desarrollo Social, y uno de los más cercanos al presidente Gabriel Boric, Giorgio Jackson.

El secretario de Estado ya venía con “anotaciones negativas”, en este periodo que todavía no cumple su primer año. Aquello fue precisamente lo que determinó que saliera de la Secretaría General de la Presidencia, luego de haber sido incapaz de lograr una relación estable y dialogante con el Congreso. Lo que debiera haber sido su trabajo principal en ese cargo, considerando además que había sido diputado.

Esta semana, Jackson logró librarse de una Acusación Constitucional (AC) en su contra, porque efectivamente -como lo manifestaron varios abogados-  esta no tenía sustento jurídico. Pero lo más importante es que, con el clima político existente, estas imputaciones políticas se están convirtiendo en un show, en el que no necesariamente el fundamento legal es lo central, sino la negociación. Y ahí podía haber un peligro para el ministro.

Pero, a Jackson, precisamente lo salvó “la campana” política. En concreto, algunos votos en contra y abstenciones por parte de descolgados de la oposición y algunos de la Democracia Cristiana, que para variar no sabe dónde está su corazón y sigue sin poder ordenarse. Aquello no tiene nada que ver con la lógica jurídica del texto presentado por el Partido Republicano. Simplemente, el escenario requería de una negociación aguda por parte del gobierno y, en la otra vereda, de la capacidad del PR de aunar posturas, considerando que no es precisamente la colectividad más querida y amigable dentro del Congreso.

Otro tema tiene que ver con la percepción de las acusaciones constitucionales en los últimos años. Si antes se habían desvirtuado las comisiones investigadoras y las interpelaciones, que muchas veces eran más un espectáculo que otra cosa, ahora ha sido el turno de estos libelos, que se han convertido en una moneda de cambio e incluso venganza política, más que en algo serio. Nuevamente, las instituciones empiezan a caer por la porfía y los gustitos de sus propios protagonistas.

Hace no mucho, cuando se anunciaba una AC, se entendía que era una situación grave por la que la Cámara de Diputadas y Diputados ejercía concretamente una de sus funciones más relevantes: la fiscalización de los otros poderes del Estado. Pero era algo serio. Además, las penas asociadas a la aprobación de estas imputaciones son duras: no solo incluyen la salida del cargo, sino además, la imposibilidad de ocupar cualquier otro puesto público durante cinco años.

Pero en los últimos gobiernos, se ha bajado el nivel y se han convertido en un show para los medios y los propios representantes de los distintos sectores políticos. Y aquello no comenzó ahora. Precisamente Gabriel Boric y Giorgio Jackson fueron protagonistas y votaron a favor de variados libelos durante el pasado mandato de Sebastián Piñera, donde -según recordaron los medios- se presentaron once acusaciones constitucionales, de las cuales se aprobó solo una. El concepto era pegarle al Ejecutivo a como dé lugar, más que fiscalizarlo. Tanto así que uno de los acusados fue el entonces ministro de Educación, Raúl Figueroa, por querer hacer funcionar los colegios en pandemia. Paradójico fue después que el propio Boric dijera que los establecimientos debían ser los primeros en abrir y los últimos en cerrar.

Finalmente, estas circunstancias se están convirtiendo en un circo, con consecuencias graves, entre ellas, el que se sigan debilitando las instituciones. Sobre todo tratándose del Congreso, cuya aprobación por parte de la ciudadanía cae cada vez más. De hecho, en la última encuesta CEP, la corporación apenas alcanzó el 8% de valoración positiva, peleándose los últimos lugares de la lista. Y viene ahora una nueva AC, esta vez contra la exministra de Justicia Marcela Ríos, cuyo desenlace es impredecible. ¿Se la irá a jugar tanto el gobierno como lo hizo con el titular de Desarrollo Social?

Jackson probablemente continuará como alumno condicional, en la mira de los partidos de derecha. Pero, fuera del mundo político, quizás las únicas escenas que se recordarán de este capítulo, serán las palabras derechamente ordinarias del diputado republicano Johannes Kaiser, mientras creía que tenía el micrófono apagado. Y la defensa en torno a Jackson, que dejó en claro que el ministro es pesado e insoportable, pero que aquello no es razón para acusarlo.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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