El 2018: Ocaso del viejo Pancho

30 de Diciembre 2018 Columnas

El balance de un año está marcado por aquellas cosas que se viven de forma más reciente. En nuestro caso, resulta difícil pensar más allá del paro y las violentas movilizaciones ocurridas en el puerto hace algunos días.

No se trata sólo de una cercanía temporal. Desde el punto de vista cualitativo, los acontecimientos fueron gravísimos, no sólo por la cantidad de días que el puerto estuvo en paro ni la violencia desplegada, sino además porque queda la sensación de que las autoridades vinieron a reaccionar, recién, cuando surgió la “genial” idea de los trabajadores de amenazar con impedir el tradicional lanzamiento de fuegos artificiales en Valparaíso.

La conclusión que uno puede sacar de este hecho es que a eso nos hemos reducido, a una bahía que se vuelve importante cada 31 de diciembre por el espectáculo pirotécnico que se despliega en este lugar, pero por nada más. En ese sentido, hay que agradecer que el paro no haya sido en junio, porque podríamos haber estado en huelga durante seis meses. ¿Cuánto tiempo aguantarían las autoridades con un paro como el que vivió Valparaíso en el aeropuerto de Santiago o, más cerca aún, en San Antonio?

Algo similar sucedió con el Parque Cultural que se mantuvo en toma durante un mes a mediados del 2018. La pésima gestión de las autoridades anteriores desestabilizaron las finanzas del Parque, a tal punto, que las remuneraciones de los trabajadores se vieron afectadas. Pese a que el problema se enmendó de forma temporal, las responsabilidades de quienes causaron este descalabro todavía están en la nebulosa y pareciera que corremos el riesgo de la impunidad. Otra noticia relevante fue la propuesta de un tren rápido entre Valparaíso y Santiago, que tenía la gracia de ser financiado sólo por capitales privados. Con el correr de los días, la opción se fue diluyendo hasta desaparecer. Al poco tiempo, volvimos a la realidad y nos dimos cuenta de que ni siquiera la extensión del metro a La Calera era posible. Mientras unos pocos kilómetros de línea para la Región no eran posibles por problemas burocráticos, el Presidente anunció que la capital, para el 2026, contará con dos nuevas líneas Metro y extensión de la Línea 4. A eso se sumó la inauguración de 100 buses eléctricos, aunque también para Santiago. Como si el resto de los habitantes de las regiones, que financian el Transantiago, no lo necesitaran.

En relación a esto, el cambio de la cuenta presidencial del 21 de mayo al 1 de junio para evitar los desmanes que nada tenían que ver con la gesta de Arturo Prat aparece como una de las buenas noticias de este 2018.

Viña del Mar, en tanto, vive en medio de la polémica entre quienes la atacan por haber perdido su encanto y quienes dicen que aún es “ciudad bella”. Lo objetivo es que se transparentaron sus cuentas y revelaron una administración deficiente y un gasto que no se condice con el estado que muestra la ciudad. La plata fácil del Casino provocó un relajo que ahora ha llegado el momento de pagar. Un último punto tiene relación con el deporte. El fútbol de la Región tuvo de claros y oscuros. Mientras que Everton y Unión La Calera mantuvieron la categoría, San Luis de Quillota la perdió y Santiago Wanderers estuvo al borde de lograr lo que a mediados de año parecía imposible, retornar a la división de honor. El punto más alto de esta campaña es el fenómeno social que está generando este equipo. Pese a estar en la “B”, alcanzó la tercera mejor asistencia del fútbol chileno, detrás de Universidad de Chile y Colo Colo. Todo un fenómeno considerando que llenó el estadio cuando el equipo corría el riesgo de descender a la tercera división.

Aunque la Región sigue siendo líder como lugar de exportaciones, en el desglose por ciudades se evidencia cómo Valparaíso pierde el rol protagónico que tuvo hasta el siglo XX como el principal puerto de Chile frente a San Antonio, que se sigue consolidando en esta posición con el mayor movimiento de carga. Aunque puede resultar fácil culpar al canal de Panamá, la modernización de los buques de vela a vapor o una política centralista del Estado, lo cierto es que nuestra ciudad ha sido víctima de sus propios errores.

Finalmente, y pese a que pueda sonar ingenuo, en el caso específico de Valparaíso, hay que esperar que este 2019 las autoridades puedan ponerse de acuerdo, en conjunto con sus habitantes en definir uno o varios roles para la ciudad y trabajar en su desarrollo. El camino de la violencia puede terminar transformando a nuestro puerto en un nuevo Lota, una ciudad cuya industria, la minería, dejaba más pérdidas que ganancias y donde nadie podría interesarse en invertir.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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