Dolor crónico y envejecimiento
Carolina Gonzalez
¿Te imaginas tener una alarma interna que te avise cuando algo en tu cuerpo no va bien? Esa es la función del dolor, una sensación desagradable (como un pinchazo, hormigueo, picadura, ardor o molestia) que es necesaria para alertarnos y protegernos de lesiones mayores que puedan afectar de manera irreparable nuestro cuerpo.
Las causas del dolor pueden ser variadas, incluyendo enfermedades metabólicas (como la diabetes), enfermedades neurodegenerativas (como la Enfermedad de Alzheimer), enfermedades vasculares o autoinmunes, presencia de tumores o cáncer, trauma por accidentes, infecciones, exposición a toxinas o incluso enfermedades hereditarias. A pesar de que los estudios de imágenes cerebrales y las pruebas sensoriales son muy útiles para entender los aspectos fisiopatológicos del dolor en pacientes, en la actualidad nuestro conocimiento acerca de los mecanismos que subyacen el dolor en humanos son limitados dificultando la capacidad diagnóstica de los especialistas, que deben basarse principalmente en la opinión subjetiva y personal de cada uno de los pacientes.
Cuando el dolor persiste de manera continua por más de tres meses se convierte en dolor crónico, una condición que según un estudio publicado este año por investigadores chilenos afecta a cerca del 34% de las personas en nuestro país. Además del sufrimiento físico, el dolor crónico puede tener un impacto significativo en nuestra calidad de vida, afectando nuestro humor, nuestras relaciones familiares y sociales, nuestro desempeño laboral y nuestra calidad de sueño, perjudicando nuestra salud emocional y cerebral. Por ejemplo, ¿sabías que el dolor crónico puede ser el precursor de trastornos como la depresión, la ansiedad y los déficits cognitivos?. Es importante recalcar que solo una pequeña proporción de personas que sufren esta afección logra una recuperación completa, lo cual puede llevar al paciente al abuso de drogas como los opioides, los cuales se recetan comúnmente para tratar el dolor. Por eso, es esencial prestar atención a esta condición, tener un diagnóstico certero y buscar soluciones efectivas a corto plazo.
La población de adultos mayores en el mundo ha crecido significativamente en las últimas décadas y las consecuencias negativas del dolor crónico en estas personas (emocionales, sociales, familiares y financieras, entre otras) representan un desafío serio para las entidades gubernamentales. Se ha demostrado que la prevalencia del dolor crónico aumenta a medida que envejecemos. Este hecho se vuelve aún más preocupante cuando además consideramos que el 10% de las personas mayores de 65 años desarrollará algún tipo de demencia. A nivel mundial, se estima que alrededor de 50 millones de personas padecen de algún tipo de demencia, de las cuales cerca de la mitad experimentan dolor crónico. Desafortunadamente, los pacientes con demencia a menudo tienen dificultades para comunicarse, no pueden expresar el dolor, lo que puede retrasar el diagnóstico de dolor crónico y resultar en un tratamiento inadecuado, generando consecuencias devastadoras en la vida de los pacientes y sus cuidadores. En este sentido, el estudio de nuevos métodos diagnósticos es esencial para detectar y entregar el tratamiento adecuado a pacientes con esta condición.
En nuestro Instituto de Salud Cerebral Latinoamericano (BrainLat) de la Universidad Adolfo Ibáñez, nos hemos propuesto investigar y encontrar una solución a este problema. Creemos en la necesidad de fortalecer e impulsar la elaboración de proyectos de investigación enfocados en el desarrollo de métodos innovadores que nos permitan diagnosticar el dolor crónico en pacientes adultos-mayores y/o con demencia para que puedan recibir, de manera rápida y efectiva, el tratamiento correcto. Adicionalmente, creemos importante establecer las bases que vinculan el dolor crónico como factor de riesgo en el desarrollo de demencia en pacientes de Chile y Latinoamérica. Para nuestro equipo es imprescindible profundizar en los mecanismos biológicos y sociales de esta asociación y así poder desarrollar estrategias de prevención y tratamiento adecuadas.
Publicado en La Tercera