Dígame Licenciado…

8 de Agosto 2021 Noticias

Una tía contaba que una vez le tocó trasladar en su auto a un juez. Durante el viaje, ella quiso iniciar una conversación tratándolo de tú, pero el magistrado la paró en seco y le dijo: “Yo soy juez, a mí se me debe tratar de usía”. A lo que me tía respondió: “Yo trabajo en un parvulario, por lo que me tiene que decir tía”. No sé si es verdad o si fue una de esas tantas respuestas geniales que se nos ocurren minutos después de una discusión, justo cuando ya no tienen sentido.

Cuento esta anécdota a propósito de la exigencia de la constitucionalista Francisca Linconao de que fuese tratada como “machi”. A grandes rasgos, dentro del mundo mapuche, la machi es la máxima autoridad espiritual, la mediadora entre el mundo natural y el de los espíritus y a través de sus rituales es capaz de curar los males del cuerpo y del alma. Así lo concibe su cultura, pero la constitucionalista Linconao quiere que se marque esta diferencia frente al resto de los constituyentes.

El tema de la igualdad de trato y acabar con las desigualdades de cuna apareció apenas se rompieron los lazos con la Corona. Ya el reglamento constitucional de 1812 fijó como una de sus prioridades acabar con los privilegios de origen: “Todo habitante libre de Chile es igual de derecho: sólo el mérito y virtud constituyen acreedor a la honra de funcionario de la Patria”.

No fue siempre así, un par de años después, cuando el proyecto independista comenzaba a flaquear, un reglamento provisorio establecía que, frente a las críticas circunstancias en que estaban el Director Supremo debía recibir el tratamiento de “Excelencia” y usar, vaya frivolidad, “una banda de color encarnado con flecura de oro”.

Estas particularidades se acentuaron más allá de nuestra frontera. En 1837, personajes como el boliviano Andrés de Santa Cruz, se hacía llamar: “Gran Ciudadano, Restaurador, Capitán General y presidente de Bolivia, Supremo Protector de la Confederación Perú-Boliviana, Gran Mariscal Pacificador del Perú, General de Brigada en Colombia, condecorado con la medalla de los Libertadores de Quito y de Pichincha, con la del libertador Simón Bolívar y con la Cobija, Gran Oficial de la Legión de Honor de Francia, Fundador y Jefe Supremo de La Legión de honor Boliviana y de la Nacional del Perú”, etc., etc.

Muy cerca de Bolivia, en Paraguay, por los mismos años, el doctor José Gaspar de Francia, no dejaba cruzar la frontera a nadie que no nombrara todos sus títulos, incluyendo el de “Dictador Perpetuo” que lo llenaba de orgullo.

Joaquín Barañao, en tanto, en su Historia Universal Freak, nos entrega algunas joyitas: Lucio Domicio Aureliano y su campaña de expansión del imperio romano, dos siglos después de Cristo, le valió el título de “Restaurador del Orbi”, en realidad, del mundo conocido por ellos, porque el resto no tenía idea de su existencia. Varios siglos después, a inicios de 1800, el segundo sah de Irán de la dinastía Kayar, Fath Ali Sah, como parte de su entronización recibió, entre otros regalos, la tercera edición de la enciclopedia británica. Dice Barañao: “Tras leer sus 18 volúmenes de cabo a rabo, extendió su título real para incluir El Más Formidable Señor y Maestro de la Enciclopedia Británica”. Más cercanos en el tiempo, Idi Amín Dada, en su título oficial incluía, además de “Excelencia, Presidente de por Vida, Mariscal de Campo” y otros grados, “Señor de Todas las Bestias de la Tierra y Peces de los Océanos”.

Son casos extremos, absurdos y que rayan en la megalomanía. Lo de Francisca Linconao está lejos de eso, solo quiere que se reconozca la condición especial que le ha otorgado el mundo mapuche. Por esto mismo, puede pedir que la traten de machi, de la misma forma como Jorge Arancibia puede solicitar que le digan Almirante, Jaime Bassa, abogado o incluso Jorge Baradit que le llamen historiador, aunque, en realidad, sea diseñador. Sin embargo, si queremos construir una sociedad tolerante e igualitaria, su solicitud no puede ser más que eso, una petición de buena voluntad, respeto y empatía, mas no obligar. En fin, este tipo de demandas que resaltan las diferencias, no son un buen apronte para las bases del Chile del futuro que se pretende construir con esta nueva Constitución.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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