¿Avances o estancamiento?

3 de Abril 2024 Columnas

*Por Francisca Pérez y Magdalena Aninat

Finaliza marzo y la amplia agenda de debates en torno al mes de la mujer ha dejado una sensación de optimismo respecto del avance en la participación laboral femenina. Pero ¿qué nos dicen los datos?

Es innegable que desde una perspectiva histórica las mujeres han hecho enormes progresos en distintas dimensiones. Las mujeres chilenas se educan tanto como lo hacen los hombres, la brecha de participación laboral respecto a ellos se ha reducido un cuarto en los últimos 10 años, y ha aumentado significativamente la participación en cargos de liderazgos políticos (WEF-UAI Global Gender Gap 2023). Pero aún persiste una brecha cercana al 20% respecto de la participación masculina en el mercado laboral (INE, 2023).

Avanzar es necesario no solo por un argumento de justicia, sino también desde una perspectiva económica. Tal como señaló en Icare Rodrigo Valdés (FMI) “hay retorno económico en esta discusión”. Un retorno que el FMI estima en un crecimiento de 4 puntos del PIB si se logra aumentar la participación laboral femenina en 10 puntos porcentuales. No menor para la necesidad de crecimiento que tiene el país.

El problema se profundiza al revisar el acceso de las mujeres a la alta dirección, donde se ha estancado su participación en torno al 21-22 % los últimos cuatro años (OIT, Minecon, Ministerio Hacienda, Chile Mujeres).

El problema es multidimensional, pero no se debe a una falta de interés de ellas. Un nuevo estudio de Redmad y Criteria, que se presentó en la UAI, mostró que las mujeres tienen la misma ambición de desarrollo de carrera profesional que los hombres, pero se inhiben de asumir mayores responsabilidades. Una piedra de tope es la carga de cuidados de hijos o padres, que sigue recayendo mayormente en ellas: mientras solo un 13% de los hombres en cargos directivos son los principales responsables del cuidado de sus hijos, en el caso de las mujeres este porcentaje sube al 52% (McKinsey-LeanIn, 2022). Esta duplicidad en responsabilidades que recae con prevalencia en las mujeres a lo largo de toda su carrera les hace difícil ingresar, mantenerse y avanzar en trayectorias laborales.

Por eso, debemos avanzar en políticas públicas y también en prácticas empresariales que fomenten un derecho al cuidado con una participación equitativa de padres y madres, con un decidido foco en aumentar la participación laboral femenina. Los últimos quince años, la política pública en Chile ha sido proactiva en ampliar la conciliación de familia y trabajo, pero aún es necesario evitar que la normativa laboral mantenga la asignación del cuidado exclusivamente en las mujeres, tal como ha sido históricamente.

En este sentido, debemos dar mayor urgencia a resolver nudos que persisten en la agenda, como la necesaria reforma al derecho a sala cuna universal. De cara al próximo marzo, queda la tarea de acelerar esta reforma que lleva más de dos décadas en discusión en el Congreso.

Publicado en La Segunda.

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