“Asesino, igual que Pinochet…”

3 de Febrero 2020 Columnas

Uno llegó al poder por la fuerza, el otro por los votos. Uno estudió en la Escuela Militar, el otro en Harvard. Uno fue presidente de facto, el otro dos veces elegido. Uno usó la violación sistemática de los derechos humanos como una herramienta de poder, el otro la ha condenado desde siempre. Uno terminó con un 43% de apoyo, el otro va en el 6%. Uno es un dictador, el otro un demócrata. Uno es Pinochet, el otro es Piñera.

Las diferencias son abismantes. No tienen nada que ver, Tal vez la única similitud es que uno fue presidente honorario de Colo Colo habiendo sido hincha del Wanderers y el otro fue accionista principal de Colo Colo, habiendo sido hincha de la UC. Pero no hay mucho más.

Pero la paradoja del destino es que es el fútbol el que los ha unido, en un cántico injurioso que se ha comenzado a escuchar en todos los estadios del país: “Piñera asesino, igual que Pinochet”. El cántico no ha sido entonado por un grupo de delincuentes en las barras bravas. El cántico ha sido entonado por la gran mayoría de los asistentes.Hombres y mujeres, viejos y niños.

Y se trata posiblemente de una de las mayores fake news que nos está dejando la crisis.

Se podrá criticar a Piñera por no haber revertido a tiempo el alza del Metro, Por una pésima reacción frente al estallido. Se le podrá criticar por haber ido a comer pizzas. Por no aparecer en las horas cruciales.  Por llamar al Cosena, por hablar de guerra, por haber pedido perdón.

Se podrá criticar a Piñera por muchas cosas, pero de asesino, nada. Y de parecido a Pinochet, menos.

Un poeta italiano decía que las injurias tienen una gran ventaja sobre los razonamientos: la de ser admitidas sin pruebas por la multitud. Y ese es el mayor problema: que la injuria se propaga entre aquellos que no pueden razonar, entre aquellos que no quieren razonar y —sobre todo— entre aquellos que no vivieron en la época de Pinochet.

Voltaire ya alertaba de los del pueblo: cambia en un día y derrocha pródigamente lo mismo su odio que su amor. Del amor frente a la hazaña de los mineros al odio por el estallido social.

Maquiavelo se hacía la clásica pregunta sobre si la autoridad es preferible que sea amada o sea temida. Y si bien concluye que es mejor el temor que el amor (porque depende de sí mismo), es claro que Piñera no cabe en ninguna de ambas. Hoy nies amado niestemido. Y ello explica que el cántico se expanda y que, cual jingle pegajoso, se comience a entonar en distintas partes del país.

¿Por qué se acusa a Piñera? Por ser el políticamente Y responsable de / Carabineros. Y porque Carabineros, en medio del caos y fruto de su falta total de protocolos y preparación, ha cometido atropellos a los derechos humanos. Inaceptables, condenables, pero no sistemáticos. Y menos organizados.

En la época de Pinochet existían la DINA y la CNI. En la época de Pinochet existían lugares de detención ocultos. En la época de Pinochet existían desaparecidos. En la época de Pinochet, el jefe de la policía política desayunaba diariamente con el capitán general. En la época de Pinochet había violaciones sistemáticas e instituidas de derechos humanos. Formaba parte central del régimen.

Paradójicamente, la situación de la dictadura chilena se parece mucho más a Venezuela y Cuba (reivindicados o no condenados por algunos dirigentes de la oposición) que al Chile actual, pero hasta ahora no se cántico alguno que diga Castro o Maduro: asesino igual que Pinochet.

Frente a la ficción de que el estallido social hubiera ocurrido con Bachelet, con Lagos, con Frei, con Aylwin —y más allá de que la reacción política pudo haber sido muy distinta— ¿el actuar de Carabineros habría sido distinto? ¿Los hechos que lamentamos habrían sido menores? ¿Podríamos calificar a los expresidentes de “asesinos”?

Es imperioso que como sociedad legitimemos el uso de la fuerza, no contra manifestantes pacíficos, sino que contra las turbas violentas, de lo contrario seguiremos a merced de los delincuentes, de los narcotraficantes y del lumpen. Y así como hemos visto escasas condenas de los dirigentes de oposición a los lobos que pululan en las calles, también hemos visto escasas condenas a la injuria de llamar a Piñera.

Podrá no gustarnos Piñera. Pero asesino, no.

Tal vez es momento de recordar al viejo canciller socialdemócrata alemán Willy Brandt: “Permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que siguen”.

Publicado en El Mercurio.

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