A propósito del racismo

18 de Junio 2020 Columnas

Hoy en día vemos cómo distintos colectivos se están movilizando alrededor del mundo en señal de rechazo hacia distintas instituciones, prácticas y construcciones sociales que se sostienen hasta el día de hoy. Las cuales, evidencian actitudes, como el prejuicio, y crímenes discriminatorios hacia personas, basado meramente en características demográficas, como el color de piel, o en supuestos que poco asidero tienen en la realidad.

Chile no es un país ajeno a este tipo de discriminaciones. Claramente a causa de la pandemia, muchas organizaciones han debido redistribuir presupuestos y redirigir esfuerzos para poder sobrevivir, dejando, lamentablemente de lado, recursos correspondientes a políticas y prácticas que apuntan a generar espacios de fomento de la diversidad e inclusión laboral.

En este contexto, y sin ánimos de desmerecer los esfuerzos que muchas organizaciones en Chile están realizando para poder gestionar talento diverso. No se puede desconocer que antes de la pandemia, o el estallido social, aún gran parte de las empresas de nuestro país siguieran realizando prácticas discriminatorias en procesos de reclutamiento y selección, evaluaciones de desempeño, asignaciones de salarios, tipos de empleo, entre otros. Puesto que “pareciera” que el hecho de pertenecer a determinados colectivos impusiera “por arte de magia” límites al desarrollo de carrera y acceso a oportunidades, meramente basado en el pertenecer o no a dichos grupos, obviando el hecho de que el poder acceder, por ejemplo, a un ascenso o aumento de salario dependiera de dichos factores y no del talento, potencial y desempeño que esa persona tenga. Lo anterior por no mencionar la ausencia de condiciones básicas e higiénicas existentes bajo las que trabaja gran parte de nuestra fuerza laboral, donde las demandas exigidas suelen ser excesivas y los recursos otorgados por organizaciones para cumplir dichas exigencias bastante escasos.

En conversaciones con colegas psicólogos organizacionales y estudiantes egresados, me avergüenza saber que en muchas instituciones del país, aún se sigue discriminando por características que, como se ha ampliamente documentado, nada guardan relación con el desempeño que alguien pudiese tener en su puesto de trabajo. Muchas jefaturas siguen excluyendo de procesos de reclutamiento y selección a personas que no provengan de tres o cuatro universidades reconocidas de nuestro país, coartando la oportunidad de desarrollo profesional a quienes no tuvieron el privilegio de acceder a este tipo de instituciones, en muchos casos no por elección, sino que debido a que no se les permitió gracias a la desigualdad de oportunidades existente en nuestro país.

De esta manera, es cómo se ha generado una gran fuga de talento, obviando el hecho de que no solo son los postulantes discriminados los que pierden, sino que lo son al mismo tiempo, las organizaciones que no les dan ni siquiera la oportunidad de demostrar su talento y competencias en las entrevistas. Así es como se está perdiendo la ventaja competitiva que puede aportar la diversidad en una organización.

Para qué hablar de discriminación por características observables, como el color de piel, cabello, ojos, edad, género, origen del apellido, etc. Me sigue sorprendiendo cómo en muchos procesos los y las reclutadores/as les rechazan utilizando “técnicas” que poco tienen que ver con nuestra profesión, reflejando así una falta de ética profesional, contradiciendo así todo lo que nuestra carrera debiese reflejar.

Que no se mal entienda lo que anteriormente describo, día a día veo en mis estudiantes ganas de cambiar las malas prácticas del mercado laboral y hacer de Chile un país con políticas basadas en la justicia y la ética, lo que me genera gran esperanza para un paulatino, pero urgente y necesario cambio.

Lo aquí expuesto solo es un reflejo de la opinión de varios/as colegas, con quienes buscamos día a día, generar políticas y prácticas éticas que aseguren procesos justos y no discriminatorios para así poder generar un país en el cual el color de piel, apellido, orientación sexual, edad, discapacidad o colegio de procedencia no sea el vector que marque nuestros futuros, sino que sea simplemente una “característica” más.

Hago un llamado a todos/as aquellos/as colegas que trabajan en áreas de gestión de personas a reflexionar y modificar este tipo de prácticas discriminatorias que no ayudan a nadie, truncado la igualdad de oportunidades y solo entorpeciendo nuestro desarrollo como sociedad.

Publicada en RH Management.

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