A propósito del Censo 2024

19 de Abril 2024 Columnas

Algunas preguntas incomodan, sacan sonrisitas o de frentón carcajadas. Las preguntas, dependiendo de si se contestan de a dos o en solitario, pueden tener una respuesta del todo diferente. Veamos algunas: ¿quién es el jefe/a del hogar? Uhmmm, pregunta compleja que ya fue hecha en el censo anterior del año 2017. Contra preguntamos: ¿Qué se entiende por “jefe” del hogar? ¿El que sostiene mayoritariamente el aspecto económico de la familia? ¿La persona que da sostén anímico y que cohesiona al grupo familiar? ¿La que toma las decisiones finales? La pregunta suena un tanto anacrónica para los tiempos que corren.

El 2017 me tocó contestarla a mí sola y aunque mi hija preadolescente insistía en que claramente yo era la jefa del hogar, respondí que las decisiones se tomaban en consenso. ¿Mentí o expresé un deseo? No lo sé. Parte de los problemas de las encuestas es suponer que las personas siempre decimos la verdad y eso es desconocer tanto el contexto en que se da una encuesta como la complejidad abismante del alma o psiquis humana.

Este censo 2024 le tocó a mi marido responder y por cierta galantería pasada de moda, ya que yo andaba por ahí, contestó que obvio que la señora era la jefa del hogar. Pasemos a otra preguntita que toca fibras personales: ¿Con qué género se identifica usted? No pregunté las alternativas, pero mi hija que es de sexo femenino y también de género femenino se molestó con la pregunta y dijo que por supuesto que de género femenino. La señora que hace el aseo en mi casa me comentó que ante esa pregunta ella explicó que se sentía muy masculina porque había criado sola a sus hijos y tomaba sus propias decisiones pero que se consideraba igual mujer. Su hija, a su vez, dijo que ella era tremendamente “femenina”. En fin, no hago estas bromas desde una postura irreverente o irresponsable. Todo lo contrario, expongo estas situaciones para mostrar lo poco preparados y mal informados que estamos para un censo.

La distinción entre sexo y género es un concepto de nicho académico que surge allá por los 50 con los planteamientos de la filósofa francesa Simone de Beauvoir en su famoso texto “El segundo sexo”. Y si bien es cierto que no es necesario haber leído a la Beauvoir ni a Judith Butler para conocer la distinción entre sexo y género, salta a la vista con las anécdotas dadas arriba que no toda la población está familiarizada con esa terminología. Ni censados ni censadores estamos del todo bien informados sobre este proceso, ni sobre el objetivo de cada pregunta ni sobre la salida pragmática o utilidad de esta tremenda inversión económica, de gestión y tiempo en este golpeado país latinoamericano.

Un ejemplo “chistoso” sobre la poca preparación de los censadores. Ante la respuesta negativa de mi marido sobre su posible origen mapuche o de alguna otra etnia, la señora encuestadora, de cuarta edad (perdón mamá) y con una notable dificultad para manejarse con varias de las preguntas y con su propio celular, le comenta que parece africano y si está seguro de su no pertenencia a este grupo.

Voy al grano, para “abrir las puertas” este 2024 necesitamos más que un bonito comercial. Necesitamos estar informados sobre el qué y el para qué. Sabemos que un censo ayuda al “diseño de políticas tanto públicas como privadas”. Bien, pero ¿cuáles se han implementado a partir de los datos obtenidos de este proceso? ¿Qué resultados han tenido? Los chilenos necesitamos saber más para comprender más… y, sobre todo, para creer más.

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