Lo tragicómico del libro de Susan Neiman, ‘La izquierda no es Woke’ es que si bien su autora afirma haberlo escrito para salvar a la izquierda, solo le habla a los prejuicios del ala reaccionaria y conservadora.
El argumento de que los pueblos originarios tendrán privilegios parte, o bien de una confusión entre cierta autonomía de los grupos indígenas y la unidad del Estado, o de una noción de que cualquier reconocimiento de la injusticia estructural que vive un grupo es otorgarles privilegios.
Una jerarquía de poder pigmentocrática implica que el color de piel condiciona la percepción que los sujetos tienen de sí mismos y de los otros, y cómo esto se traduce en la vida cotidiana, en el mercado laboral o en la academia.
Combatir el narcotráfico no se hace con una ficción xenófoba que pretende que el crimen y la violencia pueden ser expulsados como “migrantes extranjeros”.