PhD in Latin American History, University of Bristol, Reino Unido, 2016; Máster en Historia del Mundo Hispánico, Univèrsitat Jaume I de Castellón, España, 2009; y Licenciado en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2005.
Esto puede ser un punto de partida para que, en el futuro, el currículum escolar avance hacia la incorporación de más espacios de interdisciplinariedad a partir de una prescripción acotada de aprendizajes, que otorgue mayor flexibilidad a las y los docentes, y que posibilite un uso más eficiente del tiempo escolar.
El nombramiento de profesores, más allá de su experiencia de aula, continúa siendo una excepción en un ministerio históricamente encabezado por abogados, médicos e ingenieros.
¿Por qué no, entonces, aprovechar esta coyuntura para que nuestros estudiantes desarrollen estas habilidades de pensamiento crítico a partir de una aproximación interdisciplinar al fenómeno que está ocurriendo?
El coronavirus nos ha dado la oportunidad de asumir, en tiempos en que abundan las críticas contra esta institución, que es la escuela la que está destinada por antonomasia a organizar de manera eficiente el tiempo de nuestros hijos en función de sus aprendizajes y que ningún sucedáneo a distancia puede reemplazarla.