Identidad nacional, patrimonio y donaciones

22 de Marzo 2021 Noticias

El 15 de abril del 2019, en plena misa, comenzó a arder la emblemática catedral de Notre Dame, una de las más icónicas postales la capital francesa. Tras nueve horas de trabajo de más de 400 bomberos de París, se logró extinguir el incendio, pero las devastadoras consecuencias llenaron portadas alrededor del mundo. La histórica catedral gótica de más de ocho siglos de antigüedad había perdido su aguja y parte del tejado. La respuesta global no se hizo esperar y en 24 horas se habían reunido más de 800 millones de euros para su reconstrucción, en una reacción que no estuvo exenta de polémicas.

Hoy, casi dos años después del siniestro y en medio de la pandemia, los parisinos aún esperan los inicios de las obras de reconstrucción, las que, según el plan del presidente Emmanuel Macron, deberían culminar en 2024. A propósito de las millonarias donaciones recaudadas para esta tarea, la directora del Centro de Filantropía e Inversiones Sociales (CEFIS) de la Escuela de Gobierno UAI, Magdalena Aninat, conversó con El Mercurio respecto a los ejes que explican la enorme movilización de recursos para la reconstrucción de un hito arquitectónico que forma parte del patrimonio cultural francés.

“El Estado es el casero de las iglesias francesas”, comentaba el diario español El País tras el incendio de Notre Dame. Se refería a la particularidad de que, en Francia, el Estado es propietario de la inmensa mayoría de catedrales e iglesias, Algo que tiene que ver con la Revolución de 1789, cuando un decreto ordenó poner los bienes eclesiásticos “a disposición de la nación”. Después, a principios del siglo XX, una ley determinó que los edificios construidos antes de 1905 serían de propiedad pública. Eran disposiciones que buscaban el control estatal sobre la religión, pero hoy implican sufragar costos de mantenimiento y preservación de los templos. La injerencia del Estado no implica, sin embargo, que las llamas de Notre Dame no hayan convocado las donaciones de privados. A horas del incendio, la familia Pinault (dueños de Gucci, Balenciaga, Christie’s) prometió 100 millones de euros y el grupo de la familia Armauit, donó 200 millones. L’Oreal, de la familia Bettencourt Meyers, aportó con 200 millones de dólares y la compañía petrolera Total con 100 millones.

Según plantea Aninat, Francia tiene dos particularidades que permiten entender el gran aporte hacia temas culturales y patrimoniales; “una tiene que ver con la política de incentivo a la filantropía, que se inició hacia 1954, cuando se establecieron los primeros incentivos tributarios a las donaciones, que se han ido ampliando e integrando con la Unión Europea. Es un sistema bastante simple y tiene la ventaja de ser muy conocido por todos los ciudadanos”. Aninat advierte, eso sí, que los marcos legales facilitan o entorpecen los aportes, pero lo que motiva a las personas a donar, finalmente, son las causas o fines. Así llegamos al segundo aspecto; “en Francia hay una tradición que valora muchísimo el patrimonio cultural. Es parte de la identidad del país y concita un nivel de acuerdo bastante transversal, a nivel político y social. En la reconstrucción de Notre Dame no sólo han participado empresarios de alto patrimonio, sino también ciudadanos con distintos ingresos, usando un sistema legal que habilita para ello. En Chile, en cambio, la cultura está entre los ámbitos menos priorizados por los ciudadanos que realizan donaciones”.

Publicado en El Mercurio – 21 marzo 2021.

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