Ramiro Mendoza: “Quieren poner reglas de financiamiento, pero ninguna de control a recursos públicos”

7 de Marzo 2016 Noticias

El ex Contralor General de la República y actual decano de la Facultad de Derecho, Ramiro Mendoza, sostuvo una extensa entrevista con el diario La Tercera y habló sobre el financiamiento irregular de la política, las autoridades y la corrupción, el correcto funcionamiento de las instituciones y sobre los cuerpos legales necesarios para asegurarlo.

El año pasado, en abril, en su última cuenta pública como contralor, usted señaló: “La corrupción ha llegado”. Hoy, a casi un año de esos dichos, y luego de ver de cerca no sólo el funcionamiento del aparato público sino que también lo que sucedió en la ANFP, ¿en qué posición nos encontramos?

Esa frase tenía un contexto, porque esa vez dije “la corrupción ha llegado, pero tenemos la institucionalidad suficiente como para hacernos cargo de este desafío”. La última encuesta Adimark demostró que la corrupción está instalada como un fenómeno que ha requerido un cierto esfuerzo y ha producido una cierta tensión en la institucionalidad. Desde el punto de vista del esfuerzo, la respuesta de la Presidenta de la conformación a fines del 2014 de la Comisión Engel fue instalada en un momento oportuno y sus sugerencias y observaciones constituyeron un trazo de una política pública que no estaba en el ideario ni en el camino que tenía este gobierno cuando asumió. De hecho, la probidad y la transparencia, que habían sido ejes centrales del primer mandato de la Presidenta Bachelet, no estaban en las prioridades de este programa y terminó por transformarse en una. La respuesta a la comisión fue importante, sus medidas también, y donde hemos tenido cierta dificultad es en el desarrollo legislativo de las propuestas de la comisión. Esto no se trata sólo de anunciar medidas, sino que lo clave es poder cumplirlas. Es bien contradictorio que si en un primer periodo yo instalé las reglas de transparencia, hoy no me dé cuenta de que ese es el principal activo que dejé como proyecto histórico presidencial.

– ¿Han actuado de forma correcta aquellas instituciones afectadas o el problema está escapando a lo que puedan hacer hoy?

Hay un debilitamiento de los partidos, por ejemplo, lo que pasa con sus tribunales internos. Aquí hemos llegado a una especie de paroxismo de que la institucionalidad debe funcionar y que, en consecuencia, se debe esperar la responsabilidad penal cuando lo que está detrás del comportamiento ético de los miembros de un partido no tiene nada que ver con los delitos, sino que con las conductas dentro del juego correcto de la política. Entonces no tengo por qué esperar a que el tribunal me condene, cuando el tribunal del partido debiese tomar medidas drásticas y decidoras que digan relación con la expulsión o suspensión de los derechos de los militantes. Tenemos una cierta confusión de que el Presidente es el Chapulín Colorado que nos va a salvar y que el vehículo de salvamento se llama la ley. Y no es así, al final deben reaccionar las propias instituciones.

– ¿Cómo se manejan las expectativas ciudadanas cuando se aprecia que hay varias instituciones afectadas o bajo la sombra de casos de corrupción?

No es que estén todas las instituciones manchadas. Lo que pasa es que los conceptos éticos son mucho más rigurosos, las reglas de intervención de los medios tienen un estándar más alto y hoy tú no puedes hacer lo que hacías hace 25 años. Veinte años atrás, tú como gobierno disponías que un barco de la Armada fuera con un grupo de gente y celebraran acuerdos históricos, y hoy es impresentable. El estándar cambió.

– ¿Y cree que las autoridades se están dando cuenta de que los estándares cambiaron? O en el caso del empresariado…

Al empresariado le ha costado darse cuenta, como también al mundo político. En los mundos donde ocurre, la reacción es tardía y es dolorosa, porque significa cambios conductuales no sólo de imagen, como por ejemplo cuando dicen “yo tengo responsabilidad social empresarial porque regalo una canchita de fútbol cuando contamino mucho”. Hoy día, el contaminado no va a aceptar la cancha de fútbol, quiere que cambie la conducta y eso al empresariado le ha costado muchísimo darse cuenta, pero los estándares son irreversibles y eso hace que se ponga en evidencia cada vez más el rol activo del ciudadano. Todo lo que está sucediendo es un fenómeno de transformación irreversible de la forma de relación de la sociedad. Estamos en un problema, pero afortunadamente tiene solución.

– ¿El gobierno está bien encaminado en sus propuestas? A raíz de la Comisión Engel se enviaron al Congreso diversos proyectos de ley, como por ejemplo el que modifica la ley de partidos y entrega financiamiento estatal a éstos…

Ahí tengo una advertencia compleja. Lo que nos está sucediendo es que estamos reaccionando normalmente como un juego de acción y reacción, donde la acción es la corrupción y la reacción para nosotros normalmente siempre es de carácter normativo y tardíamente una reacción cultural. Yo creo que estamos llegando a una reacción cultural, paulatinamente, de a poco. Pero cuando entramos a la reacción normativa o legislativa, uno no debe perderse en que esta sea en la búsqueda del sastre a la medida, sino que tiene que ser una búsqueda del principio para la aplicación de la medida. Entonces, cuando hablamos del financiamiento de los partidos, a mí me llama la atención que se quieran poner reglas de financiamiento, pero ninguna regla de control a los recursos públicos que se están entregando. Tengo la sensación de que cualquier recurso público que yo le entregue a un privado o un ente estatal debe tener un control y ahí debiese tenerlo la Contraloría General. El Servel cumple un rol de control político, pero en lo que tiene que ver con los recursos públicos debiese estar la Contraloría, así como en los recursos públicos que recibe una universidad estatal o una privada que administre recursos estatales.

– La solución pasa entonces más que por crear nuevos cuerpos legales fortalecer las instituciones que tenemos…

Efectivamente, esa línea de base es la que nosotros no tenemos clara y tenemos la pretensión de que frente a cada conflicto construimos una línea de base distinta y dejamos de aprovechar las posiciones o buenas líneas de base que hemos construido. Se nos puede producir una especie de asfixia normativa que al final nos demos cuenta de que fueron esas mismas normas las que nos terminaron sepultando desde el punto de vista del funcionamiento. En ese sentido, lo que a lo mejor tenemos que hacer es un robustecimiento de los canales de comunicación del ciudadano, porque a veces éste no tiene idea de las opciones que tiene.

– ¿Y cree que los incumbentes eso no lo han entendido?

No lo entienden hace mucho tiempo. De hecho, hay una serie de modificaciones legales que ni siquiera llega el informe presupuestario, porque es una competencia que la van a radicar en algún órgano y con eso creen que están listos. Por ejemplo, el hecho de que la Contraloría, en la última modificación de la ley de probidad en enero de 2015, le significa que tiene que fiscalizar las declaraciones de patrimonio y los conflictos de interés. Esa fiscalización tiene costos y el contrasentido es que le bajaron los recursos en la Ley de Presupuesto a la Contraloría este año. No entienden que la democracia tiene costos económicos directos para que funcione de mejor forma.

– Ha planteado que “había que hacer matices” en los diversos casos de financiamiento irregular de la política y que “sería sano” crear una ley de amnistía incluso para algunos casos. ¿En qué casos cree que es necesario?

Lo único que estoy diciendo es que no metamos en el mismo saco todas las conductas que dicen relación con el financiamiento, con el cohecho, con la colusión, con los favores o con el nepotismo. En lo que dice relación con el financiamiento electoral existen campañas que tuvieron un costo exorbitante y que significaron que muchos de los que participaron en esa campaña acudieron a circunstancias que desde el punto de vista tributario significa generar boletas truchas o ideológicamente falsas. Y eso es un tipo de conducta. Otro tipo de conducta son quienes han servido cargos públicos y han sido remunerados extraordinariamente por incumbentes relacionados con las actividades en que ellos participaban en las comisiones legislativas que integraban. Yo lo que digo es ¿por qué no limpiamos el tema del financiamiento?

– ¿Un perdonazo?

No estoy diciendo que sea una amnistía en los términos de un perdón. Estoy diciendo que en los términos de una reparación desde el punto de vista de la conducta, una especie de, entre comillas, amnistía, porque esa figura supone una ley. Hablo de una especie de delación compensada de quienes concurrieron en un financiamiento irregular paguen una determinada multa, regularicen los tributos que se dejaron de pagar y partamos de cero. Esa era la idea respecto del financiamiento irregular de la política y no respecto de aquellas conductas delictivas. Deberíamos ser capaces de que quienes concurren con su declaración a esta delación compensada de la política, podamos hacer una conducta de ahí en adelante diferente, porque si no lo que vamos a estar construyendo, a la larga, es una especie de mártires de la política. No podemos hacer una amnistía al modo de la ley de amnistía ni tenemos que vivir con una especie de mártires o detenidos de la política.

– ¿No cree que una idea de ese tipo pueda alejar aún más a la ciudadanía de la clase política?

Efectivamente, puede ser mal visto, pero si voy a esperar que la institucionalidad me arregle esto, en realidad va a estar mal visto para siempre, porque la institucionalidad no va a tener la capacidad de arreglarlo. Las conductas que no logren ser subsumidas en tipos penales van a ser repudiadas desde el punto de vista de la política, pero tampoco van a ser clarificadas desde el punto de vista del ciudadano. Propongo una cosa distinta: abrir un período para hacer esta especie de delación compensada de la política, durante el cual todos nos sinceramos y en realidad partamos con un estándar distinto. Ahora, con la única diferencia, de que quienes no hacen esta delación compensada, lo que uno debiese esperar del funcionamiento institucional es que sea extraordinariamente riguroso con quienes siguen, o se siguen detectando o caen o incurren demostrativamente, con las pruebas de rigor, en los delitos o en las circunstancias que se han castigado.

– Lo suscribiría entonces sólo al financiamiento irregular de la política…

Sí, o sea, personas que requirieron unos fondos adicionales distintos a los aportes que se podían recibir legalmente pagando los impuestos.

– Algunos políticos han reconocido que incurrieron en financiamiento irregular…

Efectivamente, es que la conducta de la amnistía supone el reconocimiento de quien incurrió en la conducta. O sea, eso yo creo que es el estándar: reconocerlo, declararlo. Hoy día, hay muchos partidos que se tienden a victimizar, pese a que algunos de sus miembros han estado demostradamente en actividades que han contravenido y que han estado bajo estándares no solo éticos, sino que penales, en las conductas de sus miembros.

– Usted estuvo a cargo de la Contraloría durante el primer gobierno de Michelle Bachelet y alcanzó a estar en el cargo durante algunos meses de su segundo período. ¿Cuál es su opinión respecto de la gestión de su segundo mandato?

La gestión tiene un problema. La capacidad de gestión tiene un problema y ese es un problema estructural que lo tuvo, también, el Presidente Piñera. Entonces, lo que pasa es que nosotros no podemos seguir avanzando en crecimientos de país moderno si tenemos una administración que está con las flechas de la administración francesa, napoleónica, de fines del siglo XIX. No podemos seguir avanzando en un país moderno si tenemos un régimen de privilegios al interior de la gestión pública que hace que sea imposible sacar a los funcionarios cuando no funcionan bien. Entonces, eso es lo que tenemos que empezar a mirar. Ahora, eso a nadie le cae bien, porque eso significa que hay que “entrar a picar”.

– Una de las principales críticas han sido el exceso de reformas. Incluso, eso lo han reconocido los propios miembros del gobierno y de la Nueva Mayoría…

Lo que pasa es que entremedio de las reformas tuvo un cisma político y tuvo que entrar a otro régimen de reforma. Las reformas son consistentes con lo que la Presidenta ofreció en su programa, pero no sé si el programa era consistente con lo que la gente realmente quería como expectativas. Entonces, yo creo que el votante chileno, desde el punto de vista de la decisión política, no es un votante informado, desde el punto de vista de que se ha leído el programa o está consciente. Uno lo está viendo hoy día, que en realidad está más de la mano con la percepción. Así como la Presidenta dice que siempre toma o deja de tomar decisiones por intuición, yo creo que el votante chileno es bien cercano a la Presidenta en eso. También vota mucho por intuición, entonces yo creo que ese es el castigo que ella está recibiendo hoy día en las encuestas.

– Muchos analistas han criticado al actual gobierno, pero también han reparado en el duro momento que atraviesa la oposición chilena. ¿Por qué cree que la derecha no ha logrado capitalizar el mal momento?

La oposición chilena está en la lógica del ataque y el contraataque, entonces yo no logro capitalizar nada si no estoy seduciendo con nada. Y ahí yo creo que la oposición tuvimos un gobierno de derecha, que fue el gobierno del Presidente Piñera, y que fue extraordinariamente trabajador del punto de vista de la eficiencia, pero absolutamente sordo del punto del relato, entonces, cuando las oposiciones están a la expectativa de la caída de los gobiernos y no a la expectativa de la construcción de un relato diferente y seductor de lo que yo creo puedo entregar como oposición, yo tengo un problema. Nadie puede pensar que va a ser gobierno a través de operaciones de comando, y eso es una lógica de acción y reacción. De ataque y contraataque. Y en realidad lo que yo tengo que ser capaz es de seducir.

– ¿Cree que faltan propuestas concretas?

La seducción supone un cuento, supone la construcción de un sueño. En Chile, los sueños los vende la izquierda, nunca los ha podido vender la derecha. El día en que la derecha logre construir un relato que lleve a sueños, la derecha va a tener oportunidades de nuevo, entonces tiene un problema no menor.

– Hoy día, la oposición formó una coalición y está trabajando como un conglomerado amplio. ¿Se ve algún tipo de atisbo ahí de que están comprendiendo finalmente agruparse en nuevas fuerzas?

Pero es agruparse como para la reacción, pero no es agruparse para la proposición. Hay cosas interesantes que puede rescatar la derecha, como hay cosas interesantes que ha construido la izquierda también. Si este no es un país construido ni por la derecha ni por la izquierda, es un país que ha sido construido por muchas manos. Si yo quiero el gobierno, desde el punto de vista de la derecha, yo tengo que tener la capacidad de transmitirle a la gente que detrás de mi oposición hay una expectativa de tener un mundo diferente. La política es un problema de poder y es un problema de sueños, si yo no logro empatizar el poder que yo quiero con los sueños que un gran colectivo tenga conmigo, no tengo ninguna posibilidad de volver a ser gobierno.

– Hoy día, en el escenario hacia el futuro de las candidaturas presidenciales, se ve, y por lo menos las encuestas lo dicen, que, por un lado, Piñera es el mejor posicionado dentro de la derecha, de la oposición, y por otro lado tenemos a dos ex presidentes, por un lado Piñera y por el otro lado Ricardo Lagos. ¿De qué da cuenta eso?

De que se acabó la meritocracia en Chile. Entonces, si tenemos que volver a los mismos, es como la película Los sospechosos de siempre, siempre los mismos, o como ese clásico de las películas de serie B, El día de la marmota. Entonces nos despertamos y vemos los mismos, todos los días. Entonces después vamos a tener la tercera candidatura de la Presidenta y así. Un período como parlamentario, un período como alcalde, etc. Un período y nunca más. A lo mejor, se pierde experiencia, pero se gana sanidad en la democracia. Y a lo mejor es cierto, un período como alcalde, en ese período estaba partiendo, bueno, que se vaya a otro municipio y si tiene experiencia ganada que lo lleve a otro municipio. Todos los cargos públicos en Chile debiesen tener una temporalidad.

– ¿No votará por Lagos o Piñera?

Nunca he votado por la Concertación. Tengo la sensación de que si es entre Lagos y Piñera, y quiero ser consistente con mi no a la reelección, debiese no votar por ninguno. Pero tengo la sensación de que Lagos tiene un punto. Ahí hay dos miradas que fueron atractivas, pero uno no pensaría que a estas alturas hay que tener que volver a incumbentes que ya estuvieron. Como ha sido el caso ahora, parece ser que nosotros estamos con un pequeño problema de ejercicio democrático en la búsqueda de nuestros presidentes.

*Fuente: La Tercera – 6 marzo 2016.

Redes Sociales

Instagram