Claudio Pereira, arquitecto, director del Festival Internacional de Cine de Viña del Mar y académico fue el invitado a la tercera sesión del ciclo “El rol del arte en nuestra vida actual”, que tuvo como tema central la expresión de sensaciones frente a una obra cinematográfica.

Estos encuentros, organizados por la Facultad de Artes Liberales en conjunto con el Museo Baburizza, tienen como finalidad contribuir a la formación transversal en Artes Liberales del programa Core Curriculum que entrega la UAI a sus estudiantes.

Entrevistado por el encargado de mediación del Museo Palacio Baburizza, Javier Muñoz, y la académica de la Facultad de Artes Liberales UAI, Macarena Roca, el invitado y encargado de los contenidos y editorial de uno de los encuentros del séptimo arte más tradicionales de Latinoamérica comentó sobre la relevancia del festival y los desafíos de la industria.

El experto explicó que a comienzos de los años 60, “en Latinoamérica se empieza a hacer por primera vez un cine que se desmarca de tradiciones dominantes e industriales norteamericanas”. En ese contexto surge el encuentro de la Ciudad Jardín, “el más antiguo que se define como latinoamericano. En Viña del Mar fue la primera vez que se reunieron directores de Argentina y Brasil para encontrarse con estudiantes de la ciudad, fue un hito, fue un acontecimiento”, aseguró.

Parte de las características que marcan las obras cinematográficas de aquel entonces se refieren a la “dimensión estética y política, lo que llaman el tercer cine. Para algunos era fundamental dar un paso del cine del primer mundo europeo y del cine norteamericano”, explicó Pereira. El punto era “tomar conciencia política de las transformaciones sociales que estaban ocurriendo en América Latina y el cine tenía que ser el vehículo de transformación social”, agregó.

Las sensaciones en el cine

Durante su presentación, Pereira compartió un extracto de la galardonada cinta “Monos”, una coproducción de nueve países estrenada en 2019 y que narra la historia de ocho jóvenes victimas de la violencia que se internan en la selva colombiana.

El director de FICVIÑA contó que tuvo la oportunidad de ver la película en una gran sala de cine y que “la protagonista llegó al final de la función y el público empieza a aplaudir de la emoción porque físicamente, si está en las mejores condiciones audiovisuales, logra ser golpeado por las emocione y revive todo el acontecer físico que le ocurre a los actores y cuando ven a la actriz, la sala revienta”.

Frente a las nuevas tecnologías que han ampliado el acceso a los largometrajes, Pereira comentó que “uno siempre se está enfrentando a una forma de mirar y esa forma es una dominante que está en las series de televisión y en las plataformas de streaming” que replican una manera de hacer cine.

Por eso, estos encuentros internacionales en que se visualizan cintas pensadas para un público específico y que responden a otras lógicas de producción en que se intentan despertar los sentidos, como ocurre en “Monos”, generan la sensación que “uno abre una ventana a un mundo distinto”.

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