Un cambio de gabinete en tiempos de crisis

2 de Agosto 2020 Columnas

El profundo cambio de gabinete llevado a cabo por el presidente Sebastián Piñera el pasado 28 de julio marca un punto interesante de análisis. Es por lejos el más profundo de este periodo de gobierno, pero marca además un cambio de lógica mayor. El mismo proceso del pasado 28 de octubre del 2019 marco un punto de contraste, y empoderó a Ministros que pertenecían a los círculos de confianza personal del Presidente. Nada mejor que el caso de Gonzalo Blumel en Interior reflejaba que más que un político experimentado y con capital político propio, Sebastián Piñera buscaba un representante de la voluntad presidencial. Este recurso ha sido usado en los últimos años, y uno recuerda el caso del ministro Peñailillo en relación a la Presidenta Bachelet. Lamentablemente, ya está más que demostrado que esta herramienta es poco viable, y en el caso presente solo mantenía la tensión de un Presidente que seguía buscando la iniciativa sobre los Partidos de su Coalición, basado en la notable votación obtenida en el 2017, alejándolos e irritándolos.

La debilidad de esta solución, mantenida en lo grueso por la sucesión de cambios de gabinete parciales, terminó de colapsar con el desbande oficialista en la tramitación del proyecto de retiro adelantado del 10% de los Fondos previsionales de las AFP, y forzó a un cambio que, en esta ocasión, marca un giro relevante de la actitud presidencial. El nombramiento de un Ministro del Interior como el Senador Víctor Pérez demuestra que busca recuperar el apoyo político de la UDI, mientras que la incorporación de representantes de los bloques en pugna interna entre los gremialistas y RN permite simultáneamente traer al gabinete a una amplia muestra de liderazgos de la coalición, y al mismo tiempo “amarrar” a parte considerable de los parlamentarios de dichos partidos en la conducción política de la administración. Con una sola maniobra, consiguió una buena oportunidad de pacificar al sector.

Una salida como esta, también puede recuperar la adhesión de los votantes de Chile Vamos con el Presidente, que desde el 18 de octubre había sido abandonado por moros y cristianos y que ve ahora la recuperación de un sentido de convicción y proyecto. Por el contrario, una escena así ha causado que la oposición se ha quejado unívocamente de que es un gabinete duro, incluso motejándolo de “Gabinete del Rechazo” en el Plebiscito Constituyente. No parece una reacción hábil, pues solo confirma el apoyo de la derecha a la corrección de la decisión presidencial, que se puede argumentar que es precisamente el objetivo central de este cambio.

Para la izquierda, este cambio de gabinete genera el dilema de seguir agudizando el panorama legislativo con proyectos de reforma constitucional que corten sus puentes con el Gobierno y la coalición, perdiendo los apoyos conseguidos las semanas pasadas en el Congreso y, ante un complejísimo panorama electoral, tienda también a confirmar lo que las encuestas muestran, en el sentido de una profunda perdida de adhesión de los votantes de centro a dicho sector.

Otra consecuencia de este cambio es lo que prácticamente todos los analistas de la plaza clamaban desde hace meses, y era la necesidad de cesión de poder por parte del Presidente. Una decisión difícil para cualquier mandatario; tanto Sebastián Piñera como Michelle Bachelet parecen padecer ese problema de forma aguda, contribuyendo a la desarticulación del sistema de confianzas con sus coaliciones. En este caso, la llegada de un gabinete tan empoderado se parece a la llegada de Edmundo Pérez Yoma al gabinete de Michelle Bachelet en su primera administración, cimentando una lealtad con su plataforma política y su futuro, mas allá de las frustraciones personales que debe de producir al mandatario.

Por todo lo anterior, parece ser una maniobra compleja pero inicialmente exitosa, que ha devuelto cierto orden a la coalición de Gobierno y parece generar ciertas esperanzas en su electorado. Sin embargo, eso no implica que haya recuperado el control de la agenda, y es que en tiempos de pandemia, crisis económica y fuertes tensiones sociales no hay nada garantizado. Como fuere, es claro que la administración Piñera esta hoy mejor a como lo había estado en las últimas semanas, y la responsabilidad de que eso se mantenga y continúe ahora ya no es solo de palacio, sino que también de Chile Vamos, y eso por sí mismo es un cambio mayor y que se debe de celebrar más allá de las fronteras de la coalición de Gobierno.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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