Perros y gatos, gatos por liebres y lobos con piel de oveja

14 de Abril 2018 Columnas

Francisco I acaba de anunciar que enviará un diluvio a la Iglesia Chilena, y probablemente, serán varios los que no podrán subirse al Arca de Noé. Así se desprende de la inédita citación a Roma que hizo esta semana y de la -también inédita- carta públicamente conocida.

“He incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada”, es la frase más polémica de una misiva en la que el lacre fue reemplazado por la @, y en la que el barroco vocabulario pontificio fue reemplazado por un lenguaje propio del Estado llano.

Los dichos de Bergoglio se contraponen así a su última declaración hecha en Chile a los periodistas locales de Iquique, donde -atrás de una reja y en medio de los autos (rompiendo toda solemnidad pontificia)- señaló que “no hay una sola prueba en contra de Barros, solo hay calumnias”. Lo de Iquique no fue más que una reafirmación de lo que hace algunos años había dicho en Roma respecto a que “Osorno sufre sí, por tonta”, y de “piensen con la cabeza y no se dejen llevar de las narices de todos los zurdos, que son los que armaron la cosa”.

El Papa está enojado y eso trasunta en cada uno de los párrafos de su misiva. Ya se había ido enojado de Chile ante una visita que a todas luces fue un fracaso. La escasa cantidad de gente que concurrió a verlo contrastó con el entusiasmo que despertó en Perú. Peor aún, el caso del obispo Barros se comió cualquier mensaje que hubiera querido entregar. Tanto es así que en privado Bergoglio habría dicho “no me hablen de Chile”, al ser inquirido en Perú por sus impresiones tras la visita.

¿Cómo, en tan poco tiempo, pudo haber cambiado tanto de parecer respecto de Barros? La respuesta es clara: el informe del obispo de Malta, Charles Scicluna, fue suficientemente contundente.

Y la pregunta de fondo es ¿cómo en un par de días el obispo de Malta, operación a la vesícula incluida, se pudo dar cuenta de aquello que no vieron en años los obispos chilenos? Y la respuesta es obvia: no es que no se dieran cuenta, sino que simplemente confiaron en que la alfombra era suficientemente grande para seguir barriendo bajo ella.

Mal que mal, la política de esconder las cosas había sido la política oficial llevada a cabo desde la casa matriz de la Iglesia por siglos. Ahí está el encubrimiento de Maciel, de los Legionarios; de Figari, en los Sodalicios, y de tantos otros casos. Pero en el mundo de las redes sociales ello ya no parece posible.

Además del propio Barros y de los otros obispos K (de Karadima, no de Kirchner), los dos obispos que quedan más cuestionados son, sin duda, Errázuriz y Ezzati. De Errázuriz hay que recordar que en vez de investigar las denuncias que recibió, “sobreseyó la investigación en espera de nuevos antecedentes”. Un eufemismo para decir que no se quería investigar nada. Ezzati, quien hace pocos días se hizo famoso por su analogía de “perros” y “gatos” en relación con los transgéneros, parece ser uno de los principales responsables de pasar “gato por liebre” al Papa.

“Pido perdón a todos aquellos a los que ofendí”, se disculpó el Pontífice. Ello sigue siendo llamativo viniendo de un Papa, en especial si se considera que desde Adriano VI, en 1522, hasta Pablo VI, en 1963, ningún Papa aceptó haberse equivocado (en el siglo XIX, Gregorio XVI incluso teorizó sobre la inadmisibilidad del error). Y más bien solo a partir de Juan Pablo II, “error” y “perdón” forman parte del vocabulario pontifical.

“Sabemos bien que en esta Santa Sede, hasta hace algunos años, han sucedido hechos abominables: abusos de poder sagrado y prevaricación en los preceptos, lo cual aboca al mal. Así pues, no es sorprendente que la enfermedad se haya extendido de la cabeza a los miembros, de los papas a los prelados”, proclamó, no Francisco I en 2018, sino que Adriano VI en 1522. Hoy estamos ante hechos similares, en un mundo que ha ido paulatinamente abandonando la religión.

Sobre la cabeza de los obispos chilenos pende una espada de Damocles que está pronta a caer. Y de la reunión en Roma necesariamente debe salir “fumata negra”, que sea el signo palpable de que varios de ellos han sido condenados a la hoguera. De lo contrario, las expectativas del mundo respecto de este caso habrán sido defraudadas.

Porque más allá de cualquier discusión sobre los preceptos de la religión, es claro que al interior de la Iglesia Católica en Chile siguen circulando pastores gravemente negligentes y -lo que es peor- varios lobos disfrazados de ovejas. Publicado en El Mercurio.

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