La extensión de los barrios críticos

8 de Mayo 2018 Columnas

Las investigaciones más recientes y con avanzadas modelaciones que hemos realizado con la Cámara Chilena de la Construcción y la Corporación Pro Ciudades muestran que la extensión de los barrios críticos, y la cantidad de personas que viven en ellos a lo largo de Chile, supera con creces cualquier pronóstico. En nuestras 23 principales ciudades, estos sectores suman hectáreas equivalentes al 40% de Santiago, o a la suma de ciudades completas, como Gran Valparaíso y la conurbación de Quillota y La Calera, o, en otro caso, al Gran Concepción y Rancagua-Machalí completos.

En esa superficie, 30 mil hectáreas en total, vive más del 28% de la población de las 23 ciudades. En otras palabras, prácticamente uno de cada tres de los chilenos vivimos en las peores condiciones de nuestras ciudades.

Por ello, dar una solución a esta situación es una cuestión fundamental. Una de las primeras reacciones es darles mejor conectividad a través de un tren urbano.

Si bien esta solución es muy eficaz, tiene dos grandes problemas. El primero es una capacidad de cobertura muy baja dada la gran extensión de zonas urbanas críticas. Básicamente, sería necesario replicar una red de metro de tamaño semejante a la que tiene el Gran Santiago, es decir, casi 120 estaciones para ser distribuidas en las 23 ciudades. El segundo problema es que la evidencia muestra que apenas los hogares logran mejores ingresos al acceder a mejores empleos, dejan —con justa razón— las zonas críticas.

Esta doble condición de vulnerabilidad obliga a tener una alta creatividad para recuperar los barrios. I,as mejoras posibles en la conectividad son buenas, entendiendo que no es posible resolver ese problema en el corto plazo. También debemos entender las dimensiones en que hay mayores diferencias de estos barrios con las zonas urbanas deseables.

Hay, especialmente, dos tipos de equipamientos esenciales y tremendamente segregados: la educación, en sus diversos niveles, y la salud, en diversas complejidades. Ambos servicios deben mejorar de manera notoria, en estándares y posibilidad de acceso, para disminuir las brechas existentes. Pero estas también son dimensiones a solucionar en el mediano plazo.

Mientras realizamos inversiones de largo y mediano plazo debemos tener una batería de iniciativas que atiendan las situaciones y necesidades de corto plazo. Estas son áreas verdes, buena urbanización —con calles pavimentadas y arborización—, y disminución de delincuencia. Estas iniciativas deben desplegarse de modo coordinado, lo cual requiere unidades municipales insertas en terreno, a la mano de las personas y presentes en sus vidas. Todo ello implica una singular capacidad de gestión pública y de recursos en distintos niveles del Estado. Sólo así podremos comenzar a disminuir la extendida situación crítica de nuestros barrios.

“Enfrentar la condición crítica de nuestros barrios implica una singular capacidad de gestión pública y de recursos del Estado”.

Publicado en Diario La Segunda

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