Japón: catástrofes y mercados

30 de Marzo 2011 Columnas

La catástrofe japonesa ha significado una caída de cerca de 10% en la bolsa, aún después de la recuperación de los últimos días. Por su parte, las tasas que pagan las compañías por la deuda aumentaron en aproximadamente un cuarto de punto porcentual, lo que dado el plazo promedio de ésta, significa una caída en el valor de las obligaciones de alrededor de un punto porcentual. Las compañías en Japón se financian en una cuarta parte con deuda, de manera que los precios de mercado indican que los inversionistas creen que ésto ha significado una pérdida de valor en los activos de alrededor de 8%. Extrapolando al resto de la economía, llegamos a valores de US$ 400 mil millones. En los peores momentos esta cifra llegó a los US$ 800 mil millones.

Pensamos que estas magnitudes son exageradas. Las caídas en el índice mundial son incluso más desproporcionadas; se habría perdido el 2% de todos los activos físicos -casas, fábricas, máquinas, etc.- del mundo. El mercado, en nuestra opinión, está sobre reaccionando.

Los efectos económicos son, normalmente, menores a los que se piensa. Esto se da por dos razones: primero porque los eventos son relativamente pequeños y segundo porque su impacto en crecimiento es además transitorio. En algunos casos son incluso positivos en el mediano plazo producto de la reconstrucción. Tanto las muertes estimadas como los montos involucrados son proporciones bajas de la población y del producto, respectivamente. Ciertamente que la producción industrial caerá, pero recordemos que la mayor parte del producto son servicios no transables que siguen siendo demandados. Dado que Japón da cuenta del 8% de la producción mundial, la baja en el crecimiento en este escenario catastrófico estaría con mucho en una décima de punto porcentual. No significativo para afectar la recuperación de la economía mundial.

Por las mismas razones los datos muestran que las utilidades de las compañías se ven muy poco afectadas, incluso en el corto plazo, y ciertamente el efecto en la tasa de crecimiento de largo plazo es nulo.

Estas sobre-reacciones no son específicas a las catástrofes naturales. Son algo común a los valores financieros. La variación normal que se observa en el precio de éstos es varias veces superior la que se puede racionalizar con los cambios en los fundamentos de las compañías y movimientos en la tasa de descuento. Por ejemplo, cambios en la política de dividendos, anuncios de fusiones, reportes de utilidades (y otros por el estilo) son tomados como elementos permanentes e impactan demasiado su valor económico. En el caso específico de las grandes catástrofes, la magnitud de la caída en los precios se relaciona de manera crítica con el volumen de las noticias relacionadas con el suceso. No con las noticias económicas –-o que sería obvio esperar-, sino especialmente con las referidas a las pérdidas humanas. Éstas nos causan fuerte impacto sicológico. Y el efecto de mercado es simplemente un reflejo de nuestros sesgos mentales. En el caso específico de esta catástrofe en Japón, las pérdidas de vidas han sido mucho mayores comparadas con las económicas que lo normal. O sea, el elemento sicológico ha sido mucho mayor.

Dado que, en definitiva, los fundamentos no se ven afectados materialmente, una vez que el shock del primer momento se evapora, el impacto en los activos financieros tiende a desaparecer. De la misma forma en que tendemos a asustarnos en demasía y pensamos que nada va a ser como antes, al poco tiempo olvidamos y la vida vuelve a la normalidad. 
Consideremos que, respecto de Japón pero también del resto del mundo, los fundamentos son positivos, las valorizaciones atractivas y que, en algún momento a corto plazo, el mal sentimiento desaparecerá y los precios volverán a subir.

Publicada en Diario Financiero.

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