Convivencia y pensamiento crítico

15 de Octubre 2021 Columnas

Señor Director:

En su columna del 13 de octubre, Jaime Couso reflexiona acerca del rol de la universidad para alcanzar un nuevo ciclo de nuestra democracia, con mayor cohesión y paz social. Tal como señala, la degradación excesiva de nuestra convivencia pone en riesgo el cumplimiento de esta meta. Con esto a la vista, plantea que el papel que juega la universidad en la obtención de este fin guarda principalmente relación con la promoción del pensamiento crítico.

Por motivos interesantes de analizar, parece estar a la orden del día comprender a través de explicaciones simplistas nociones fundamentales para pensar y habitar nuestra existencia, que es siempre compleja. No obstante, la descripción de pensamiento crítico como “la capacidad de poner los propios presupuestos en cuestión” captura algo crucial de esta noción y previene de ingenuidad reduccionista. ¿Por qué ponernos en cuestión está al servicio de una convivencia aceptable de unos con otros? Esta es una pregunta que nos conecta con la reflexión acerca de la posibilidad de diálogo, de debate, de la comprensión y de la incomprensión.

¿Cómo se instala un proyecto educativo universitario en el que el pensamiento crítico tenga un lugar fundacional? Siguiendo lo señalado por Heidegger en “Serenidad”, se podría pensar en un espacio para los dos tipos de pensar necesarios al ser humano: el calculador y el reflexivo. A la luz de esta idea, un modelo en el que convivan ambos tipos de pensar, como aquel instaurado con seriedad y convicción en la Universidad Adolfo Ibáñez a través del rol de las Artes Liberales, parece ser un camino que está al servicio de la convivencia aceptable de unos con otros y, por tanto, de la meta señalada.

Publicada en El Mercurio.

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