Desde hace varios años, las políticas públicas y la gestión del Estado han incorporado como meta, la equidad de género, a través de diferentes mecanismos. En el proceso constituyente, se instaló la importancia de la equidad de género en el ejercicio de la política y en la alta dirección del gobierno actual. Estos han sido pasos importantes y necesarios para avanzar hacia una sociedad más equitativa.
Sin embargo, es necesario reflexionar más detenidamente sobre la realidad o, mejor dicho, las múltiples realidades, de la mujer chilena en las decisiones de políticas públicas. Entendiendo y valorando el objetivo sanitario en la reciente decisión de adelantar las vacaciones, por ejemplo, llamó la atención el supuesto implícito en la discusión inicial de la medida, que las madres iban a poder quedarse en casa para cuidar de sus hijos vía teletrabajo.
Solo uno de cada tres trabajadores en Chile tiene la posibilidad de teletrabajar, y dicha modalidad está altamente concentrada en trabajos profesionales y trabajos de apoyo en oficina. Esto implica que el teletrabajo es posible para personas (hombres y mujeres) de más altos ingresos, por lo que, para la mayoría de las madres trabajadoras, el teletrabajo no es una alternativa viable.
Adicionalmente, dado que uno de cada tres hogares en Chile tiene una jefa de hogar sin pareja, la posibilidad de trabajar desde la casa y además acompañar a los hijos durante las vacaciones se vuelve poco probable, o le significa un problema a resolver.
La discusión que surgió por el adelanto de las vacaciones alumbra una vez más la ineludible realidad de que el factor más relevante para la inserción laboral femenina es el cuidado de los hijos. Mientras esa responsabilidad siga siendo casi exclusivamente femenina, cualquier política o evento que altere el acceso a los diferentes tipos de cuidados –incluyendo colegios y jardines infantiles – tendrá un efecto desproporcionado en el desempeño laboral de las madres afectadas. Como sociedad, necesitamos tener conciencia de la situación de las mujeres trabajadoras, y de la relación cuidados–trabajo, que por ahora es determinante para las madres trabajadoras de nuestro país.
Publicado en La Segunda