De Australia a Vietnam

8 de Septiembre 2014 Columnas
Yo saco tres grandes conclusiones del índice de competitividad que calcula el World Economic Forum: la primera es que el lugar del país es de privilegio en el ranking global, la segunda es que no hay cambios significativos en el tiempo y la tercera, que la dispersión de los distintos indicadores para nuestro país es bien alta. La posición número 33 nos ubica dentro del primer cuartil de los países considerados, codo a codo con economías que han logrado alcanzar el desarrollo y con otras que van en camino a alcanzarlo en el futuro cercano. A veces nos dejamos llevar por los temas del momento y olvidamos esto que debiese hacernos sentir orgullosos. Lo otro es que, si bien nuestro índice se ha deteriorado desde que se nos mide, las diferencias están lejos de ser estadísticamente significativas. Estar más cerca de Malasia hace ocho años o de Tailandia hoy no dice mucho. El titular no debe ser que mejoramos nuestra posición respecto del año anterior simplemente porque subimos un puesto.
Donde debiésemos poner el énfasis es en la dispersión del ranking entre los distintos pilares que se miden. Aquí sí que hay material para analizar y sacar conclusiones. Por ejemplo, mientras que en el pilar del desarrollo del mercado de capitales somos comparables al ranking global de Australia, en salud y educación primaria somos más bien Vietnam. Ahora, el que efectivamente nuestro desarrollo financiero esté al nivel de los países desarrollados es poco probable. Es que siempre es difícil construir un índice que capture adecuadamente el concepto. Lo que nos sube es el tamaño del mercado y la estabilidad de los bancos. Pero el nivel de protección legal a los agentes se ubica 44 puestos por debajo del nivel general, cosa que es más consistente con la visión que un observador externo tendría de nuestro mercado de valores. Por el contrario, no creo que sea sorpresa para nadie el que estemos muy abajo en la calidad de la educación, tanto primaria como secundaria y terciaria.
Tal vez lo más desilusionante es que, a pesar de que ha habido bastante acuerdo sobre la necesidad de reformas en muchos ámbitos, no las hemos hecho. Incluso en algunos casos hemos ido en la dirección contraria. Durante estos años hemos perdido gran competitividad en factores que nos ponían a la cabeza del ranking como la calidad de la infraestructura y la flexibilidad laboral.
¿Por qué si sabemos qué se necesita hacer y sabemos cómo lograrlo, no lo hacemos? Parte de la respuesta podría ser que no le damos la debida importancia a estos factores, tal vez porque nos cuesta hacer los números porque nuestro nivel de manejo de las matemáticas es similar al de la posición de Algeria. Pero el componente político es probablemente el más relevante. Un ejemplo bien claro es cómo la política de concesiones, por medio de la cual en un periodo muy corto le cambiamos la cara al país, se perdió entre las nuevas carreteras y en vez de llevarnos a China, nos terminó dejando en Turquía.
Diario Financiero.

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