Karin Maldonado Pacheco: “En ecología, es justamente la variabilidad entre individuos lo que entrega estabilidad a las poblaciones de animales”

Karin Maldonado, ganadora del FONDECYT Regular 2024, trabaja con su equipo, parte del tiempo, en el Parque Nacional Bosque Fray Jorge, conocido por su paisaje exuberante. Sin embargo, sus estudios están concentrados en una zona del parque igualmente protegida por CONAF pero que es semidesértica, con matorral esclerófilo y de clima mediterráneo (seco en verano, lluvioso en invierno). “En ese sector es donde nos preguntamos cómo la biodiversidad animal logra subsistir frente a los marcados cambios estacionales, y más recientemente, cómo enfrenta la reducción de las precipitaciones y la extensión de los períodos de sequía observados como consecuencia de la crisis climática”.

Traducido al español, el título de su tema de estudio es “La influencia de la microbiota intestinal de pequeños mamíferos en la especialización individual y sus consecuencias para la estabilidad de la red trófica en un ecosistema semidesértico”. En palabras simples, la microbiota es el conjunto de microorganismos, que habitan principalmente en el tracto gastrointestinal de los animales, jugando roles cruciales en su digestión, la producción de nutrientes, y su inmunidad.

Microbioma, especialización alimentaria y estabilidad

“Lo que proponemos es que, gracias al funcionamiento del microbioma, la fauna del lugar efectivamente puede subsistir a estos períodos de escasez. Cuando llueve, salen plantas más frondosas, blandas, que son más fáciles de masticar y digerir, pero en períodos de sequía quedan los arbustos más leñosos y fibrosas que son más complejos de comer. En estos períodos difíciles, el microbioma resulta crucial para ayudar en la digestión de este tipo de plantas”, explica Karin Maldonado

Una parte esencial de este trabajo es entender por qué los individuos de una misma población – que tiene una amplia variedad de recursos alimenticios a su alcance – consumen alimentos diferentes persistentemente en el tiempo, es decir, no todos los animales comen “de todo” sino que seleccionan ciertas cosas para nutrirse.

Cuando esta especialización alimentaria ocurre disminuye la competencia al interior de la población y esto los ayuda a ser más resilientes ante los cambios ambientales y agrega “la especialización alimentaria también va a ser influenciada por el microbioma, ya que si no existiera este grupo de microorganismos que le ayudan al animal a consumir ciertos alimentos, no podrían especializarse. El microbioma estaría facilitando el proceso de subdivisión de los alimentos, lo que resulta en una suerte de estrategia para sobrevivir”.

Otro punto interesante es entender la estabilidad de la red trófica. Es decir, si la especialización alimentaria contribuye a la resiliencia de las poblaciones evitando que alguna de las especies involucradas– en la red trófica – se termine extinguiendo. Esto, según la investigadora, también da cuenta de lo complejas pero frágiles que son las redes tróficas y señala, “uno podría pensar que no es tan relevante que deje de existir, por ejemplo, una especie de roedor en un determinado ecosistema, pero es tremendamente importante cada una de las especies que allí habita desde los microorganismos hasta los vertebrados, porque la ausencia de uno de ellos puede generar grandes desequilibrios”.

Dice que, junto a su equipo, espera encontrar que el microbioma sí es relevante en términos ecológicos. El microbioma les permitiría a los roedores expandir su posibilidad de explotar alimentos, que no hubiesen consumido porque no les habrían proporcionado la cantidad de nutrientes necesarios para vivir. Esto a su vez, promovería la aparición de la especialización alimentaria contribuyendo a la estabilidad de la red trófica.

Una universidad diversa y laboratorios con más mujeres

“Es importante que todas y todos nos adjudiquemos cada vez más FONDECYT porque esto nos beneficia como académicas, pero también a nuestras estudiantes UAI y que ojalá éstos últimos sean los que nos ayuden en el desarrollo de los próximos proyectos, generando equipos de investigación que nazcan íntegramente desde nuestra universidad, que tengan nuestro sello”, señala Karin Maldonado. La investigadora explica que este tipo de adjudicaciones, además de hacerla sentir muy orgullosa, da a conocer a la Universidad Adolfo Ibáñez como una institución compleja ya que con estos logros se visualiza la diversidad de saberes que la institución puede ofrecer.

Reconoce que su laboratorio, donde la gran mayoría son mujeres (nueve mujeres y dos hombres), es una excepción y en donde “se siente la energía femenina porque tenemos una forma particular de trabajar. Sentimos un compromiso fuerte entre nosotras que es más bien una suerte de entrega y hermandad en nuestro quehacer. Nosotras nos apoyamos también en la parte emocional de quienes componen el lab y esto hace que consigamos, en parte, nuestros propósitos de manera más orgánica y certera”.

Karin Maldonado también forma parte del Grupo de Investigación Ecología y Sustentabilidad UAI  alojado en el Departamento de Ciencias de la Facultad de Artes Liberales, donde es la única mujer de los seis integrantes. El quehacer de este grupo está enfocado en promover el desarrollo de la ecología al más alto estándar y desde él ha seguido postulando, junto a sus compañeros, a otros fondos concursables.

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